—Los pasos de Noah resonaron a través de la gran entrada de la mansión, y Lurch, el anciano mayordomo, seguía en silencio tras su maestro. Mientras la pesada puerta crujía al cerrarse, Lurch se descubrió murmurando una oración interna por la paz.
Su maestro no parecía estar de buen humor esta noche y no podía decir qué sucedería cuando ambos hombres finalmente se encontraran.
La mansión, envuelta en sombras y secretos, parecía contener la respiración mientras las dos figuras navegaban por sus opulentos pasillos.
La tensión en el aire era palpable, consecuencia del prolongado enfrentamiento entre Noah y Chalamet. Amigos de la infancia convertidos en enemigos jurados, su antipatía mutua había crecido con los años, fomentando una atmósfera de silencio helado cada vez que estaban juntos.
Noah y Chalamet, ambos con personalidades diferentes, estaban en extremos opuestos del espectro emocional. Sus encuentros estaban marcados por conversaciones refinadas y odio mutuo.
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