Noah llegó a casa tarde en la noche. Al entrar en la mansión lo primero que buscó fue a su esposa mientras ignoraba al mayordomo que le tomó el abrigo y la bolsa. —Bue... Lurch se quedó a medio decir, viendo cómo su maestro subía las escaleras sin dirigirle ni una palabra.
—¿Está bien? —murmuró. Después de un rato, Noah bajó para encontrarse con su mayordomo. —¿Dónde está mi esposa? —preguntó Noah al hombre.
—En la cocina, señor. —Lurch hizo una reverencia y se alejó. Debería haber sabido que esa mujer tonta estaría en su lugar favorito. Al entrar en la cocina, Noah fue recibido por una mujer esbelta en un pequeño vestido negro y un delantal corto atado alrededor de su cintura. Su cabello rubio estaba recogido atrás mientras llevaba su gorro de chef.
Él sonrió al verla. Nunca la había visto tan sexy antes en el minivestido mientras preparaba los platos.
Se acercó de inmediato a ella, sorprendiendo a unas cuantas criadas a su alrededor.
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