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Re: zero arco 3, 4, 5.

Pueden seguir aquí después del cp25 Luego subiré el Arco 1 y Arco 2. A partir del CP 329 comienza el arco 5.

delta_zero_1153 · Fantaisie
Pas assez d’évaluations
503 Chs

Rostros en la nieve.

Los vientos helados pasaban violentamente. Las temperaturas frías le cortaban la piel.

Una horda de hambre blanca cubría todo el horizonte. La mano que él sostenía estaba cálida.

Natsuki Subaru no sintió ni una pizca de vacilación o duda por estar aquí.

_Subaru: ¡Es genial que hayamos tenido esa gran entrada y todo eso, ¿pero esto no es un poco raro?!

Gritó Subaru sobre la inesperada escena, mientras la nieve golpeaba sus mejillas.

El viento bramaba a través de todo el Santuario, actualmente envuelto en una espesa nieve. Subaru estaba preparado para que esto finalmente ocurriese, pero la fecha no coincidía con lo que recordaba.

El Santuario sería cubierto de nieve y atraería a la horda de mabestias blancas por la mañana — se suponía que aún quedaba más de medio día de tiempo.

Detrás de Subaru había una chica de cabello plateado, exhalando bocanadas de aire blanco con los hombros agitados.

Emilia había sido incapaz de contener completamente el maná que desbordaba de su cuerpo, y se había encerrado a sí misma parcialmente en el hielo. Su lado izquierdo estaba cubierto de blanco y, aunque debía ser doloroso, ni una gota de angustia apareció en su rostro.

Subaru alabó mentalmente a la valiente Emilia, aunque al mismo tiempo sospechaba que ella era la causante de la nieve.

¿De verdad ella fue incapaz de controlar ese frenesí de magia, haciendo que cayera esta nieve, y atrayendo hasta aquí al Gran Conejo?

_Subaru: Pero entonces, el orden de los sucesos no encaja...

La secuencia entre la magia incontrolada y la llegada del Gran Conejo era al revés.

Emilia estaba usando su magia para oponerse al Gran Conejo, lo que provocaba que sufriera daños. Si Subaru seguía el orden lógico de los sucesos, entonces la verdadera causa era—

_Subaru: …

Detrás de Emilia, se alcanzaba a vislumbrar la Tumba de Echidona.

Subaru reconoció las miradas que le observaban desde la entrada, y asintió con la cabeza. Si las personas que estaban dentro eran los residentes del Santuario, entonces no estaban sintiendo los efectos negativos de los mecanismos de la Tumba.

Eso significaba que las funciones de la Tumba habían terminado, en otras palabras, Emilia había vencido las Pruebas.

Emilia había superado las Pruebas. La nieve estaba cayendo antes de lo previsto. Subaru vio el estado de los residentes del Santuario, y los gritos y la expresión decidida de Emilia. Y también vio a—

_Subaru: Roswaal.

_Roswaal: …

Roswaal, mirando aturdido a Subaru mientras estaba sentado junto a la entrada de la Tumba. Subaru ahora no tenía tiempo para comprobar si Ram, durmiendo en los brazos de Roswaal, estaba bien.

Lo único que podía hacer era confiar en que ella lo estuviera.

_Beatrice: Subaru.

Entonces, la pequeña mano que agarraba a Subaru le dio un tirón.

Sorprendido por esa forma de llamarlo desconocida para él proveniente de una voz familiar, Subaru se atragantó.

_Subaru: offu-hiyai.

_Beatrice: ...Explica esa extraña respuesta, parece.

_Subaru: Se siente tan novedoso cuando dices mi nombre. ¿Puedes hacerlo de nuevo, pero sonando tímida?

_Beatrice: ¿¡Qué!? ¡Estás realmente loco, de hecho! ¡No es momento para payasadas, parece!

Beatrice inmediatamente rechazó la tonta petición de Subaru, con una expresión aterradora.

A regañadientes, Subaru dejó pasar el asunto, pensando que ella lo ignoraría independientemente de cuanto él se lo pidiera,

Pero entonces,

_Beatrice: S-Subaru... ahí está, lo he dicho, de hecho.

_Subaru: Beako, eres adorable.

_Beatrice: ¡—! ¡Nunca volveré a decir eso de nuevo, supongo! ¡Recordaré esto para cuando terminemos, de hecho!

Gritó Beatrice, con la cara enrojecida, mientras balanceaba su mano en una rabieta.

Subaru la miró, encantado, y luego dirigió su atención a la horda de conejos que se acercaban.

Él se relamió los labios secos.

_Subaru: Así que, Beatrice. Luchamos contra el Gran Conejo, ¿cómo está tu preparación mental?

_Beatrice: Estoy en los momentos post-contrato. El oponente es una de las Tres Grandes Mabestias. No estamos preparados y las condiciones son malas. Mi contratista es un novato. Y no he participado en una batalla en cuatrocientos años.

_Subaru: ¿Y?

_Beatrice: Ahora la batalla es un poco más justa, para ellos.

Beatrice sonrió sin miedo mientras las bestias, con sus dientes castañeando, se abalanzaron para acortar la distancia. Subaru se adelantó para enfrentar su ataque y miró a Emilia, justo detrás de él.

_Subaru: ¡Beatrice y yo vamos a aplastar al Gran Conejo! ¡Emilia-tan, lo siento por esto, pero algunos se van a escapar, así que quiero que protejas a todos!

_Emilia: Yo...

Emilia interrumpió su frase en ese punto, indecisa por un momento.

Pero, después de cerrar los ojos y tomar aliento,

_Emilia: Entendido. Déjamelo a mí. —Y yo dejo lo demás a ti.

_Subaru: Sí, todo mío.

Poner a las personas correctas en los lugares correctos, repartir los papeles entre ellos, para que cada persona hiciera lo mejor que pudiera.

Emilia respiró hondo mientras se concentraba en controlar su magia y levantó una línea defensiva.

La nevada continuaba arreciando a medida que Emilia formaba un muro de hielo.

Subaru dio un paso fuera de la línea defensiva de Emilia mientras observaba fijamente al huracán blanco.

Los ojos rojos y los colmillos afilados se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Cubierta de pelaje completamente blanco, esta mabestia era provocada por la más primitiva e insaciable hambre del mundo. La Gran Horda — dicho de otro modo, El Gran Conejo.

El molesto chirrido de sus colmillos hizo que el dolor en el alma de Subaru corriera por todo su cuerpo.

Él murió terriblemente, con la carne devorada y las entrañas destrozadas por esos colmillos. Había sentido la agonía de un agujero abriéndose paso a través de su abdomen, chorreando sangre mientras los dientes le seccionaban la tráquea.

Y también conocía la abrumadora sensación de perderse en la muerte, con su cuerpo masticado y sus extremidades perdidas, en los brazos de Emilia.

Para completar esta serie de bucles, Natsuki Subaru debía superar a esta mabestia.

_Beatrice: —¿Tienes miedo, parece?

Le preguntó Beatrice a Subaru, quien contenía el aliento mientras miraba a la mabestia.

El rostro de ella era inmutable cuando levantó la mirada para verlo. Pero sus ojos, y sobre todo su expresión, le contaron a Subaru mucho más que sus palabras.

— Le informaron exactamente de quién estaba a su lado.

_Subaru: No. Para nada.

_Beatrice: ¿Oh?

_Subaru: Emilia está a mi espalda y tú estás a mi lado. Es como si fuera el hombre más fuerte del mundo.

_Beatrice: Sin duda, de hecho.

Las mejillas de Beatrice se relajaron, y sonrió profundamente.

Así que lo entiendes, dijo su expresión. Subaru se unió a ella en su confiada sonrisa.

El Gran Conejo entró en un frenesí, corriendo hacia el descarado dúo.

Beatrice señaló al Gran Conejo con su mano derecha libre, la que no estaba sosteniendo la de Subaru.

_Beatrice: Empezaremos con un calentamiento, parece. —El Miinya.

El espacio se deformó en pequeñas espirales cuando el canto fue pronunciado, y unos cristales púrpuras se materializaron alrededor de Subaru y Beatrice, rodeándolos.

Estas cosas, con el brillo y el porte de carámbanos, eran las estacas mágicas que Beatrice usó en un bucle anterior para ensartar a Elsa. En un solo instante, se habían formado cuarenta de ellas.

Le tomó menos de un segundo apuntar y disparar silenciosamente una estaca — y sin que su tiro se desviara en lo más mínimo, atravesó directamente la boca abierta de un conejo. La estaca cruzó el aire vertiginosamente y llegó a la retaguardia de la horda de conejos, donde explotó. Fragmentos de cristal atravesaron a los conejos alrededor del lugar del impacto, perforándolos.

Eso es lo que podía causar un disparo, y Beatrice disparó cuarenta a la vez.

Esta destrucción lanzada hacia todas direcciones hizo que unas flores de sangre surgieran en medio del mundo blanco.

El despiadado ataque inicial aniquiló a cientos de conejos. Las secuelas de la destrucción se extendieron por el claro, donde los conejos sobrevivientes chillaban en agonía. Todavía quedaban muchos de la mabestia y podía multiplicarse infinitamente; pero, aun así, eso emocionó a Subaru.

Éstas eran, las inimaginablemente devastadoras capacidades destructivas de Beatrice.

_Subaru: ¡¡M-Madre míaaaaa!!

_Beatrice: ¿E-Es tan increíble, parece? No es nada tan impresionante, de hecho. De todo lo que puede hacer Betty, esto es de principiantes, supongo. Pan comido, de hecho.

_Subaru: No, qu, esto... ¡esta magia, tan poderosa! ¿¡De qué atributo es!?

_Beatrice: Obviamente es yin, parece. No soy la mejor en otros tipos de magia, de hecho.

Dijo Beatrice, que no parecía completamente satisfecha con los elogios de Subaru.

La arrasada mabestia inmediatamente comenzó a canibalizar los trocitos de carne de los cadáveres y se multiplicaba de nuevo, pero Beatrice no le prestó ni la menor atención a eso.

_Beatrice: Presta atención de hecho, Subaru. Ésta es una lección de un usuario yin a otro, parece.

_Subaru: ¿Qué? ¿Eso es todo?

_Beatrice: ¿Eh?

_Subaru: ¿Nuestra relación sólo se debe a que ambos somos usuarios de magia yin...?

_Beatrice: E-E-Eso no fue lo que quise decir, de hecho. Eres un usuario de magia yin, mi contratista, y también… mmm.... Eres el Subaru de Betty, parece. Sí. Y ésta es mi lección para ti, de hecho.

Beatrice, nerviosa, probablemente ni siquiera sabía lo que decía. Ella tosió antes de levantar el dedo y bajar la voz.

_Beatrice: Sobre el ápice del yin — el apogeo de la Magia Yin.

_Subaru: ¿Qué tengo que hacer?

_Beatrice: Sostén mi mano, y no me dejes sola, parece.

_Subaru: Quiero decir, creo que eso es importante, pero...

_Beatrice: ...Parece que no entiendes bien las artes espirituales, lo cual me preocupa de cara al futuro, de hecho.

Por mucho que ella se exasperase, eso no cambiaría que él no supiera lo que no sabía.

Beatrice sacudió la cabeza hacia Subaru mientras fruncía el ceño, y lo jaló hacia delante con la mano.

_Beatrice: Fundamentalmente, un usuario de artes espirituales y un espíritu luchan en el campo de batalla como una sola entidad con mentes separadas, parece.

_Subaru: Una sola entidad con mentes separadas...

Subaru pensó en el estilo de lucha de Emilia.

La batalla más impactante que involucró tanto a Emilia como a Puck fue contra Elsa, en la casa de empeño.

Emilia había ubicado a Puck en el ataque mientras ella misma se encargaba de la defensa. Ella también usaría técnicas más simples para ganar tiempo, de modo que Puck pudiera desencadenar ataques masivos.

Ese viejo calvo mencionó que eso era fundamental en la lucha de los espiritualistas.

_Subaru: Así que simplemente tengo que hacer eso. ¡Vale, es hora de Shamak!

_Beatrice: Estar sujetos a tu defectuoso Shamak probablemente también nos dañaría a nosotros, así que preferiría que no, de hecho. Y Subaru, tu puerta está...

Beatrice se contuvo, dudando hablar.

Subaru se sintió arrepentido de haberla forzado a brindarle esa consideración. Su puerta debía ser cenizas.

Él abusó de ella. Podía sentir que estaba rota. De nuevo, estaba hablando de fantasías.

_Beatrice: —Ya viene, parece.

Murmuró Beatrice a mitad de su discurso. Justo después de que Subaru gruñera confundido, se dio cuenta de que sus pies ya no tocaban el suelo.

Beatrice se impulsó desde el suelo, y el salto los condujo a los dos directamente al aire, justo como un resorte.

En ese mismo instante, una horda de colmillos de conejos llegó al lugar del cual acababan de irse.

Los colmillos del Gran Conejo castañeaban uno contra el otro mientras los conejos saltaban del suelo persiguiendo a los dos.

_Subaru: ¿¡Estamos volando!?

_Beatrice: Sólo hemos saltado, de hecho. He disminuido los efectos de la gravedad con el hechizo yin Murak, supongo. Si quisiéramos, podríamos volar montados sobre el viento, de hecho.

_Subaru: ¿¡Pero vamos a caer!?

_Beatrice: Podríamos seguir montando el viento si simplemente huyéramos... pero en realidad los estamos aniquilando, supongo.

Como hojas arrojadas al viento, Subaru y Beatrice fueron azotados por la ventisca. Aun así, no giraban mecidos sin control por la brisa, probablemente por obra de Beatrice.

Los dos estaban descendiendo lentamente desde unos diez metros de altura. Los conejos esperaban debajo de ellos con sus bocas abiertas, haciendo que Subaru depositase todas sus esperanzas en otra invocación de lanzas mágicas.

_Beatrice: Subaru, continuaré lo que estaba diciéndote, de hecho. Los espiritualistas no hacen magia usando su maná interno, sino manipulando directamente el maná del ambiente, supongo. Para esto es esencial un contrato con espíritus menores, así que ahora no estás cumpliendo esos requisitos, de hecho.

_Subaru: Ah, emm, ¿Beatrice-san? ¡Hay, hay un montón de ellos justo debajo de nosotros, ¿no?!

_Beatrice: Sólo escúchame, supongo. Tu puerta está destrozada, y no puedes usar espíritus menores. El único papel del pobre, inútil y sin remedio Subaru es permanecer al lado de Betty y elogiar la magnificencia de Betty, supongo. ¿Para qué estás aquí, de hecho?

_Subaru: ¡Eso es lo que yo quiero saber!

_Beatrice: Entonces, te lo diré, supongo.

Las mabestias que saltaban desde debajo de ellos alcanzarían sus pies en poco tiempo. Si sus colmillos los alcanzaran a morder, los conejos nunca los soltarían. Incluso él se vería abrumadoramente lamentable si comenzara a llorar al recibir tan inmenso daño después de actuar tan genial y sereno.

Subaru le gritó desesperadamente a Beatrice.

_Subaru: ¿¡Qué hago!?

_Beatrice: Visualiza, de hecho. Imagina los mismos cristales que hice antes, supongo. Son maná cristalizado, estacas tejidas de magia corpórea. Terminan en puntas afiladas, con fragmentos de metralla dentro de ellas, atravesando las defensas y clavándose en la carne. —Visualiza este ataque.

_Subaru: ¡Visualizado!

_Beatrice: ¡Ahora lo único que tienes que hacer es invocar el hechizo, parece!

La horda de conejos esperaba debajo de ellos, con las bocas abiertas.

Ojos rojos, fauces manchadas de sangre, colmillos afilados, instintos que veían a Subaru como un simple fajo de carne.

Totalmente repugnante, totalmente repulsivo, este era el mayor adversario en el Santuario.

_Ambos: —¡¡El Miinya!!

Los cantos de Subaru y Beatrice se solaparon entre sí, y las estacas conjuradas cayeron al suelo desde lo alto.

Varias explosiones y destrucción sacudieron la tierra del Santuario, eviscerando a la grotesca mabestia.