—Para cuando la aurora brillante se desvaneció y la vista de Subaru se recuperó, el estado de la catedral había cambiado por completo.
_Subaru: Aunque sé que dije esto antes…
Al atestiguar esa escena con sus propios ojos, Subaru suspiró suavemente.
Decidió cubrirse la boca con la manga para evitar inhalar el polvo disperso y las astillas.
La catedral ahora estaba desprovista de techo. Envuelto por la brisa nocturna, parado en medio del lugar, Subaru pisoteó el suelo y levantó un dedo en dirección al hombre delante de él.
_Subaru: ¡Ahora estoy seguro de que eres un monstruo!
_Reinhard: Ya dije antes que me entristece que digas eso, Subaru. Incluso yo tengo un corazón que se hiere con semejantes palabras.
_Subaru: ¡Ahora no es el momento de quejarte de tu corazón herido, ¿no crees?! ¡Obviamente el mayor problema ahora son tus heridas físicas! ¡¿Qué demonios es esto?!
Una vez más, Subaru se llevó las manos a la cabeza al confirmarse que Reinhard estaba fuera de los estándares.
Reinhard le devolvió una sonrisa forzada, a la vez que la espada de hielo en su mano derecha se diseminaba y desaparecía. Pese a ser blandida una sola vez, haber podido soportar el poder del Santo de la Espada indicaba que su durabilidad era digna de elogio.
Y quien hizo aquella espada, Emilia, estaba siendo sujetada por el brazo izquierdo de Reinhard.
En ese instante, Reinhard había liberado a Emilia del agarre de Regulus, poniéndola a salvo.
Como resultado, Regulus fue el único que había sufrido aquel poderoso corte.
Para ser el primer ataque, se podría decir que era un buen resultado, pero—
_Subaru: Aun así, salvamos por los pelos. Ey, ¿te encuentras bien?
_Número 184: …
—lo que le preocupaba a Subaru era la mujer que había alejado del peligro antes de que el caos iniciara, al igual que hizo Reinhard. Aunque la mujer rubia era bastante hermosa, sus vacíos ojos y rostro carente de expresiones le daba un aire de mal augurio.
Las piernas de ella cedieron, desplomándose en el suelo.
Seguramente aún está en shock por la situación, fue lo que pensó Subaru cuando la miró a los ojos.
_Subaru: Perdón si te sorprendimos, pero era la única manera de obtener una oportunidad. Si estás herida en alguna parte, dilo y haré lo que pueda.
_Número 184: …
Aunque Subaru le hablaba, ella seguía sin reaccionar.
Pese a que esta situación era, de hecho, inquietante, no podía preocuparse únicamente por ella.
Alejándose y dejando atrás a la mujer que permanecía sentada en el mismo lugar, Subaru fue hacia el altar—o, más bien, hacia donde había estado antes.
Esta catedral, que tenía una estructura muy similar a lo que Subaru conocía como una iglesia, había sido completamente derrumbada por un golpe de Reinhard.
La fachada del edificio, donde el altar y el pasillo que dirigía a un lado de la habitación estuvieron localizados, había sido destruida por el poder envuelto en la brillante aurora. Lo único que a duras penas sobrevivió fueron las paredes exteriores y la parte trasera del edificio. Las mujeres que había allí sentadas parecían estar ilesas gracias a la muralla de hielo creada por Emilia.
Subaru corrió hacia donde estaba el derruido altar, donde estaban Emilia y Reinhard parados. Apartándose de los brazos de Reinhard, Emilia de inmediato tosió con dolor.
_Subaru: Emilia-tan, ¿te encuentras bien?
_Emilia: —cof, cof… sí, estoy bien. Es sólo que me duele la garganta…
_Subaru: ¿Qué te ha hecho? ¿Te ha dicho algo raro? ¿Ese tipo que parece gustarle lamer las caras de las mujeres te ha hecho algo desagradable? Ese vestido de boda es hermosísimo, ¿no? Quien te vistió… no puede ser, ¿fue Regulus? Mierda, maldito hijo de perra… no lo perdonaré. Pero creo que ha tenido muy buen ojo con el vestido. Lleves lo que lleves, estás adorable, Emilia-tan.
_Emilia: Cá-cálmate un poco, Subaru. No entiendo lo que quieres decir.
Viendo a Subaru frenéticamente preocupado, Emilia retrocedió suavemente.
Al verlo con esa expresión angustiada mientras se cercioraba cuidadosamente de que ella estaba sana y salva, Emilia suspiró con una sonrisa.
_Emilia: Cierto, gracias por rescatarme. Siempre supe que vendrías.
_Subaru: Yo también sabía que Emilia-tan creería en mí y esperaría por ayuda. Pero me preguntaba qué haría si no llegaba a la boda a tiempo.
_Emilia: No te preocupes. No me habría casado con él. Si me caso con alguien, tiene que ser con alguien que me guste.
_Subaru: ¡¿Ve-verdad que sí?! Me alegro, eso me tranquiliza. Entonces, la persona que te gusta…
_Emilia: ¡Ah! ¡Reinhard! Esa herida… ¡¿Estás bien?!
Justo cuando Subaru intentaba avanzar en su relación, Emilia vio a Reinhard y le habló.
Viendo la preocupación de Emilia por Reinhard, Subaru arqueó los labios y se rascó la cabeza, pero al mirar en la misma dirección que ella, frunció el ceño.
Reinhard, quien había salvado a Emilia, tenía una herida inesperadamente grave.
El frontal de su atuendo blanco había sido teñido abundantemente de rojo. Atestiguando esta explosiva escena, Emilia contuvo el aliento.
_Subaru: ¡Caramba, qué gore! ¡Ey, ¿estás seguro de que estás bien?!
_Emilia: ¡Sí, es una herida muy grave! ¡Déjame echarle un vistazo, te curaré!
_Reinhard: Muchas gracias; pero no se preocupe por ello. La herida ya se ha cerrado.
Esbozando una sonrisa al preocupado y nervioso par, Reinhard se limpió la sangre con su manga.
Y en su ahora limpio pecho, los rastros de la herida habían desaparecido. Ya había cerrado completamente, dejando sólo la prístina piel de Reinhard.
_Subaru: No hay ninguna herida… ¿De verdad fuiste atacado? ¿Eh? ¿Qué diablos significa todo esto? ¿Es que acaso llevabas bolsas de sangre escondidas y no me lo habías dicho?
_Reinhard: ¿Qué es eso?
_Subaru: Deja de presumir, ¿o acaso estás siendo sincero? …Hace un instante, con la situación de los rehenes de Regulus, no sé cómo planeaste lidiar con eso, así que sólo me quedé mirando en silencio, pero… ¿cómo sobreviviste? Dímelo de una vez.
_Reinhard: Bueno… Me vino de perlas que mirases en silencio. Llamar su atención innecesariamente me habría imposibilitado salir airoso de su furia divina.
Reinhard respondió en un tono tranquilo, incluso frente a la impaciencia de Subaru. Al ver que no obtendría respuesta a su pregunta, Subaru suspiró.
_Subaru: Sólo pensé que como se trataba de ti, debía haber algún as bajo tu manga. Pero verte caer en esa lluvia de sangre me hizo pensar que de verdad estabas muerto, fue terrorífico.
_Reinhard: Aun así, reaccionaste a tiempo. Me alegra mucho que tengas tanta fe en mí.
_Subaru: Esa era tu intención al decir, justo antes, todo eso de compensar tus carencias, ¿verdad?
Subaru golpeó suavemente el hombro de Reinhard, respondiendo a esa falta de culpabilidad con palabras que lo maldecían. Escuchando su conversación, los ojos de Emilia se ensancharon con sorpresa.
_Emilia: ¿Les bastó esa breve interacción para trabajar en equipo?
_Subaru: Emilia-tan, le diste la espada de hielo a Reinhard mientras me estaba moviendo; lo hicimos juntos.
_Reinhard: Esa fue una gran ayuda. El no tener un arma en mano y tener que golpearle directamente, por alguna razón, me intranquilizaba. Su dureza era mucho más que suficiente.
_Subaru: El edificio quedó medio destruido, así que hazte responsable de eso. Aunque… esto es una Bandera de supervivencia.
Habiendo tenido numerosos encuentros con Elsa en el pasado, Subaru no podía ser muy optimista.
Incluso ahora, hablando tranquilamente, su alarma contra Regulus no cesaba.
_Subaru: Así que, Reinhard, ¿cuál es la respuesta correcta al misterio de esa escena? ¿Clonación? ¿Duplicación de Cuerpo? Espera, ¿acaso usaste el Jutsu de Sustitución, también conocida como la Técnica del Cambiazo? No me digas que además de caballero eres un ninja.
_Reinhard: Aunque no sé lo que es un "ninja", estoy seguro de que no es un gran misterio. Esta Protección Divina del Fénix simplemente permite volver de la muerte una sola vez. Así que tu observación de que parecía estar muerto era correcta; en verdad, estaba un poco muerto.
_Subaru: ¡No me vengas con que "estaba un poco muerto"! ¿Qué…? ¿Eres estúpido?
Tener que afrontar semejante respuesta inesperada sumergió a Subaru en otro mar de confusión.
Morir bajo la Protección Divina del Fénix, o algo así, podría considerarse una burla hacia la misma muerte. Aunque Subaru no era quien para decir dichas palabras—o, más bien, Subaru era el único que podía decir semejante cosa.
_Subaru: Tú… robándome mi rol…
_Reinhard: ¿—? Lo siento. Pero en ese momento lo vi como la manera más efectiva de lidiar con el Arzobispo del Pecado. Y, de hecho, funcionó bien. Aunque, de ser posible, preferiría no repetirlo.
_Emilia: Me sabe muuuy mal que hayas muerto para salvarme.
_Subaru: —Ugh.
_Emilia: ¿Por qué tienes cara de sufrimiento, Subaru?
Atrapado por la fuerza de su respuesta, la carga psicológica de esas palabras era bastante grande.
Además, parecía que el diálogo no podría continuar más.
_Reinhard: —Subaru.
_Subaru: Lo sé.
Agudizando sus ojos azules, Reinhard llamó a Subaru.
Subaru levantó la cabeza ante el llamado, y Emilia echó un vistazo hacia donde Reinhard estaba observando.
—En la dirección hacia donde miraba había un villano emitiendo un aura ominosa.
El villano estaba parado sobre los escombros de la catedral, observando fijamente desde arriba a los tres. Cabello y ropas blancas, y una pálida expresión; este villano, vestido de blanco, curvó su boca.
_Regulus: ¿Han tenido una conversación alegre dejándome de lado? Además, ¿no es inhumano que estén tan panchos después de hacer esto? ¿O es que… sienten que acaban de pisar una hormiga o algo así? ¿Acaso golpearme es lo mismo que pisar un gusano? ¡Oigan, ¿qué les parece?!
Mientras avivaba las llamas de su propia y exagerada indignación, Regulus saltó de los humeantes escombros de la catedral.
Mientras aterrizaba, se ajustó la solapa de su traje blanco, se arregló las mangas de su camisa y prestó atención a sus pantalones, antes de dirigir una mirada afilada sobre ellos.