_Liliana: Entonces, permítanme presentarme de nuevo. Aunque ya no sea una cantante ambulante, sigo siendo un alma libre que va por donde quiere cantando con su voz y tocando su laúd-lira. Liliana es mi nombre, encantada de conoce—¡ay!.
_Beatrice: Te mordiste la lengua, de hecho.
Sosteniendo elegantemente su instrumento con una mano, Liliana sonreía mientras la sangre fluía libremente de su boca.
Beatrice la limpió delicadamente. Parecía que se había hecho una herida más bien profunda en la lengua.
_Beatrice: Es grosero morderte la lengua de esa forma.
_Subaru: ¿Has oído hablar de—? Ah, ¿eres tú la famosa diva? Sé que te has presentado con su mismo nombre, pero me pareció extraño que estuvieras en la calle.
_Liliana: Ah, emm, no me corresponde tener ese título tan sofisticado, ya que solo soy una cantante inexperta. Estoy muy lejos de alcanzar mi cúspide, así que, si la gente oyera que me considero una diva, pensarán que soy muy engreída.
Limpiando la sangre que tenía en la parte inferior de su rostro, la expresión de Liliana parecía casi tímida, lo que hizo que Subaru dudase en interrogarla. Al final decidió que, en vez de interrogarla, trataría de conversar con ella con normalidad. Considerando las palabras que acababa de decir, ella parecía tener un alto sentido de la profesionalidad.
_Subaru: Aunque puedo entender a lo que te refieres, creo que deberías poder aceptar unos cuantos elogios. Pero me parece un poco admirable tu actitud frente a ello.
_Liliana: No, no, no es tan grandioso. Con tener un cumplido al día me conformo. Así que, por favor.
_Subaru: ¿—?
Liliana le tendió una mano al confundido Subaru. Puesto que estaba vacía, Subaru no tenía ni idea de qué quería ella y ladeó la cabeza ante su sonriente rostro.
_Liliana: Ahora que has escuchado la voz de una diva, por favor, dame algo a cambio. ¿Es que creías que escuchar era gratis? Si es así, tu actitud me preocupa.
_Subaru: ¡Entonces devuélveme las emociones que me hiciste sentir! ¡Y saca de mi cabeza tu canción!
_Liliana: ¿¡Pero qué dices!? ¡¿O es que acaso no entiendes la ambición de un trovador que se gana la vida cantando?! ¡¿Estás insinuando que debería generar emociones gratis?! ¡Porque no lo creo!
Liliana dio un pisotón furiosamente. Lo que dijo no era incorrecto, pero la impresión que Subaru tenía de ella empeoró notablemente. Viendo lo fríos que se veían los grandes ojos de Beatrice, asumió que ella opinaba igual.
_Subaru: Vale. Acordemos una propina. ¿Cuánto quieres?
_Liliana: No, no, la propina debe ser algo que el cliente decida dependiendo de lo que le diga su corazón. Aunque, cuanto más, mejor.
_Subaru: Ya basta.
Liliana estaba riéndose a la vez que mostraba sus dientes manchados de sangre, Subaru aprovechó ese momento para agarrarla de la cara con sus frías manos.
Su rostro era pequeño, así que fue increíblemente fácil de agarrar, y Liliana tuvo que dar un par de vueltas alrededor de Subaru antes de que éste la dejara ir.
Alejándose, mareada, murmuraba una y otra vez para sí misma «Sólo era una broma».
_Liliana: Si están buscando la Cámara de Comercio… ¿acaso son los invitados de Kiritaka-san? Me pregunto si deberían actuar de esta forma.
_Subaru: Sabes, no te conozco muy bien, pero mi impresión de ti cada vez empeora más. Creo que deberíamos irnos.
Cuanto más hablaba con ella, más cerca estaba de alcanzar los límites de su paciencia.
Para cuando se dieron cuenta de que estaban perdidos, ya estaban a punto de llegar tarde, y si tardaban más probablemente se perderían una negociación muy importante. Después de las negociaciones habría más retos por superar y Subaru no quería quedar mal por no estar en el crítico primer paso.
Agitando su cabeza y su cabello, Liliana dijo solemnemente «entiendo» y comenzó a liderar el camino.
_Liliana: Entonces, ¿por qué el invitado de honor quiere ver a Kiritaka-san?
_Beatrice: No entiendes tu posición, parece. Deja de fisgonear en asuntos que no te incumben y llévanos tranquilamente a nuestro destino, de hecho.
_Liliana: ¡Piy!
Ante el tono intimidante de Beatrice, Liliana dio un pequeño grito, parecido al de un pajarito.
Subaru tiró de uno de los tirabuzones de Beatrice.
_Subaru: No tienes que ser tan maleducada. Pero sí es cierto que no podemos revelarlo todo, así que explicarlo de manera fácil sería...
_Liliana: Soy la persona de confianza de Kiritaka-san. Así que me enteraré tarde o temprano, ¿no crees?
_Subaru: Tienes razón… es sólo cuestión de tiempo, pero siempre es mejor ser un poco cautelosos al respecto.
_Liliana: Si eso piensas... no tienes una buena personalidad, ¿eh?
_Subaru: Eres bastante directa, ¿no? Si no tuvieras talento para el canto estarías en graves problemas.
—Se suele decir que los genios son, por lo general, personas extrañas; y Liliana quizás era un ejemplo de ello.
Para ella cantar era tan fácil como respirar, pero sus habilidades sociales eran lamentables.
_Liliana: Pero en serio, estoy un poquitín preocupada. He estado fuera un buen rato, así que puede que me regañen cuando vuelva.
_Subaru: Cuando estemos en medio de las negociaciones, haz el favor de no hablar, de acuerdo?
_Liliana: De acuerdo.
_Subaru: ¿Eh?, ¡¿en serio?! Eso sí que fue inesperado.
Al ver las expresiones de satisfacción de Beatrice y Subaru, por alguna razón, Liliana infló las mejillas como en una rabieta. Alzó el laúd-lira en sus manos, y comenzó a tocar.
_Liliana: Me acaba de llegar la inspiración. ——Grandes olas, extensas olas, ¡olas del mundo!
_Subaru: No, gracias, así estamos bien.
Antes de que ella pudiera empezar a tocar, Subaru rápidamente le arrebató a Liliana su laúd-lira.
Liliana se quejó con un «¡ahh!» y trató de recuperarlo, pero con su pequeña estatura no podía alcanzar las manos de Subaru.
_Subaru: No es un rehén humano, sino un instrumento musical. Si nos llevas a la Cámara de Comercio, te lo devolveré.
_Liliana: ¡Eres terrible! ¡Malvado! ¡Inhumano! ¡Depravado!
_Subaru: ¡Jajaja, ¿verdad?!
Después de haber sido declarado como la persona más perversa del mundo, Subaru tiró de una cuerda del instrumento. El sonido que hizo era similar al de una guitarra acústica.
Subaru, quien había tenido un montón de tiempo libre en casa, practicó hasta que se volvió más o menos bueno. Podía tocar y cantar una canción de los ochenta sin mucha dificultad. Si él introdujera esa música aquí, tal vez triunfaría y la industria de la música se revolucionaría.
_Subaru: Mmm… tal vez pase lo mismo que con la mayonesa.
Aunque no había pensado en cómo llevar a cabo el plan, la idea se le quedó grabada en la mente.
En su mundo natal, encontrar un uso para una buena idea era algo que se daba por sentado. De hecho, Subaru no tenía idea de cómo empezar; al igual que no supo cómo producir en masa y distribuir la mayonesa.
_Subaru: Tocar la guitarra y contarle historias a los niños del pueblo se encuentran dentro de mi rango de habilidad. ¡Escuchen atentamente!
_Liliana: Espera, espera, por favor, ¡detente! ¡No puedo dejar que un patán toque mi instrumento! Si lo rompes, no tendré con qué ganarme la vida… ¡¿Eh?! ¡Sabes tocar el laúd-lira! ¡Y nunca había oído esa canción antes! Eh, ¡¿qué es?!
Mientras caminaba, Subaru sorprendió a Liliana con sus canciones de folk. De esa manera, comenzaron su rumbo hacia la Cámara de Comercio.
_Beatrice: Vaya lata, supongo...
Una exhausta Beatrice los siguió a los dos, caminando al ritmo de la melodía de Subaru.