Lina odiaba las fiestas. Despreciaba las reuniones. Y especialmente le disgustaban los eventos de networking. La idea de tener que mostrarse con una sonrisa falsa y una personalidad falsa la repugnaba. Lo que quería era no hacer nada más que acurrucarse en una biblioteca y leer sus libros. Pero eso no iba a conseguirle el puesto de presidenta de la junta. Eso solo serviría para darle la razón a su abuela.
—¿No vas a ir? —preguntó Lina.
El vestido había llegado finalmente unos días después. Y, efectivamente, Jay había superado con creces su más loca imaginación. Si el primer vestido fue un borrador, este era la obra maestra que nadie podría imaginar. El vestido de tul tenía muchas capas etéreas forjadas de blanco, plata y cristales relucientes que capturarían la luz adonde quiera que se girase.
Soutenez vos auteurs et traducteurs préférés dans webnovel.com