Su mirada se posó en la champaña que tenía en la mano, y aparentemente sin cuidado le dio un sorbo, ocultando su inquietud actual.
Elly Campbell se rió, pero el frío en sus ojos se volvió más intenso —Adam Jones, ¿quién te crees que eres, que cuando ya no me quieres, debo esperar pacientemente a que deshagas el compromiso, y cuando no quieres el divorcio, tengo que ser sumisamente tu esposa? —le recriminó a Adam Jones—. Mi hijo es mío. ¡Qué derecho tienes!
¡Qué derecho tienes para luchar conmigo por mi hijo!
Ella miró a Adam Jones con ojos acusadores, su voz ronca llena de interminables quejas y acusaciones.
Recordaba cuando esperaba con gran anticipación casarse con él, y él llegó a la Familia Campbell para cancelar el matrimonio sin decir una palabra. El dolor y las quejas comenzaron a asaltar su corazón implacablemente, y su odio por Adam Jones se profundizó.
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