La piel y el pelaje rojos del hombre lobo frente a Sera se veían feroces. El poder era algo contra lo que nunca había luchado antes, y podía sentir lo vivo que estaba, cuánta vitalidad tenía frente a él.
Era casi como si todos los ataques que había hecho antes, el acumulamiento de daño que se había acumulado en la pelea, hubieran desaparecido en ese instante.
Rodando por el suelo, Sera logró alcanzar una gran espada grande y la sacó del suelo. Estaba listo para enfrentarse a cualquier cosa que su oponente le lanzara. Eso fue hasta que no tuvo idea de dónde estaba.
—¿Ha desaparecido? —Sera pensó.
Había un borrón en su visión, moviéndose de un lado al otro. No podía verse una imagen clara del hombre lobo. Solo debido a la perturbación que podía sentir en su zona de poder sabía dónde estaba Chris.
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