Estaba un poco aturdida.
Siempre sentía que estaba soñando.
Habiendo estado casi al borde de la muerte por inanición, nadie sabía mejor que ella una cosa.
Frente a la supervivencia y el interés propio, incluso los propios padres no siempre podían ser confiables.
Su cuñada no había dado el trabajo a sus tres hermanos de sangre, sino a ella.
Esto hizo que Zhou Mei se sintiera increíblemente incrédula.
Era como un sueño...
Lin Qingshui pensó en los ojos gentiles de su hermana, rebosantes de risa.
—No seas tonta, Tangtang ya dijo, somos una familia, no hay necesidad de ser tan calculador.
¿Una familia?
Los ojos de Zhou Mei se oscurecieron.
Por primera vez, esas pocas palabras calentaron su corazón.
La sensación era extraña pero irresistible.
Quizás, era hora de abrir su corazón.
Sus propios padres no valoraban su vida, pero ser valorada por sus suegros era suficiente.
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