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Mi nombre, mi maldición

La historia de Alexandra Snowy, la Señora del Imperio Red Moon, y su misteriosa muerte se extiende por un vasto territorio, los cuatro grandes imperios y los seis reinos dependientes, la curiosidad aqueja a todos quiénes escuchen la historia. En uno de los seis reinos dependientes, un reino de humanos, despierta gravemente herida una bebé de unas semanas de nacida, su cabello es blanco y sus cejas también pero sus ojos son tan negros como la noche, una vida que pende de un hilo para ella y una amable bruja que se apiada de su vida y empieza a cuidarla como si fuera su propia hija. Maureen Leclerk tenía una estrecha amistad con Alexandra Snowy y Charlotte Dimitry antes de accidentalmente usar un hechizo de reencarnación y acabar misteriosamente al otro lado del continente, sin memoria y convirtiéndose en una sombra de lo que una vez fue, su nombre es algo que no puede recordar y, por lo tanto, para ella es una maldición. Una bruja sin nombre es una existencia errante, Maureen nunca volvería a ser la misma y sus poderes serán incontrolables, será aislada del mundo creando a su alrededor un caparazón impenetrable, pero algún día tendrá que bajar su guardia contra el mundo para poder recuperar lo que alguna vez perdió. ¿Llegará a reencontrarse con sus viejas amigas?

alejandra_herrera · Fantaisie
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16 Chs

Capítulo 1: Accidente

Año 1845.

Dos personas estaban en medio del bosque a altas horas de la noche, la noche era fría y algunos copos de nieve caían del cielo siendo transportados por los fuertes y silbantes vientos, los frondosos árboles se sacudían por el fuerte viento y parecían estar susurrando lamentos al viento. Dos figuras estaban alrededor de un caldero mientras una de ellas revolvía con paciencia y la otra susurraba hechizos en latín a su lado.

- ¿Estás segura de que esto funcionará? - quién revolvía el caldero era una mujer de unos veinticuatro años, su rostro refinado en forma de diamante lucia una piel blanca y delicada sin rastro de imperfecciones, sus iris eran negros y estrellados pero emanaban una indudable indiferencia ante el mundo, su cabello era extrañamente blanco y ondulado largo hasta su cintura, sus cejas delgadas y curvas eran del mismo color y sus pestañas igualmente largas y rizadas.

- Debería funcionar, abuela tenía esto entre sus cosas - la otra mujer tenía un rostro en forma de corazón, nariz respingona y pequeña, piel blanca y delicada como la nieve, su cabello negro como la penumbra y liso que era largo hasta su cintura era transportado violentamente por el viento, sus iris dorados se veían opacos a causa de la poca iluminación de la noche pero aún así destellaban con frialdad infinita.

- Yo no confiaría mucho en las posesiones que dejó Denisse Osborne. Sé por experiencia que las brujas oscuras son demasiado astutas y desconfiadas como para dejar sus creaciones personales a la vista de todo el mundo - la mujer de cabello blanco siguió revolviendo el caldero mientras hablaba.

- Es solo una prueba... - Alexandra bajó la mirada al pergamino en sus manos - Además es una forma de salvar a tu primo, vale la pena intentarlo ¿no lo crees Maureen?

- Confieso que si no fuera por ese idiota de Daniel, ni siquiera me atrevería a tocar esos pergaminos - Maureen frunció sus labios con una mirada compleja en sus ojos negros como la noche.

- Se pasó de la raya esta vez, siempre hemos tenido que limpiar sus desastres... incluso Jean prefiere alejarse de él - Alexandra también frunció sus labios con algo de desagrado, después volvió a leer en el pergamino y continuó susurrando complicadas palabras.

Estas acciones se repitieron durante al menos media hora, hasta que Alexandra llegó a la parte inferior del pergamino en un sus manos, el caldero burbujeaba violentamente y emitía una luz parpadeante, el ambiente se tornó opresivo de repente.

- Aguarda... - Alexandra se detuvo súbitamente y sus pupilas se estrecharon con pánico - ¡Esta incompleto!

- ¡¿A qué te refieres con que está incompleto?! - la mirada de Maureen se contrajo con terror.

El ambiente se tornó cada vez más opresivo hasta el punto de que a ambas mujeres se les dificultaba moverse e incluso respirar, sudor frío empezó a correr por sus rostros.

- ¡Huye! - Alexandra apretó los dientes cuando agarró la mano de Maureen para salir lo más rápido posible de ese lugar.

Maureen reunió fuerzas de donde no tenía para seguir a Alexandra para ponerse a salvo, su rostro estaba enfermamente pálido y mordía sus labios con nerviosismo. Aún cuando se esforzaba por seguirle el paso a su amiga, que era más poderosa que ella, sus extremidades pesaban como si a ellas estuvieran atadas toneladas de metales pesados, sus ojos se llenaron de lágrimas que no pudo contener por el miedo, era una de las pocas ocasiones en las que se sentía sinceramente aterrada.

- ¡Alex, no puedo! - Maureen intento aferrarse con todas sus fuerzas a la mano de Alexandra, su voz temblaba al hablar.

- ¡Resiste! ¡Resiste! ¡No te rindas, Maureen!

La voz de Alexandra se escuchaba lejana para Maureen, inesperadamente tropezó con una roca y cayó de rodillas en la nieve, su cuerpo temblaba incontrolablemente y también sollozaba con grandes lágrimas cayendo de sus ojos, su vista se oscureció poco a poco...

- ¡¡Maureen!!

El viento rugió con fuerza al esparcir las cenizas sobre la nieve, los árboles se agitaron y crearon sonidos tenebrosos con su baile tétrico, la noche pareció volverse mucho más oscura de lo que ya era.

Alexandra se giró hacia el camino que dejó atrás, sin importar cuanto lo espero la silueta de Maureen nunca emergió detrás de ella.

- ¿Maureen? ¡¿Maureen?!

Después de un tiempo ella regreso sobre sus pasos para buscar a su amiga, la llamó muchas veces y busco por todos los rincones de esa área del bosque, no pudo encontrarla, ni siquiera su cuerpo, se fue sin dejar rastro. Una lagrima cayó por la mejilla de Alexandra y se fundió con la nieve en el suelo, en ese momento empezó a llover, no a nevar como debería, si no a llover, era como si el cielo estuviera llorando la muerte de Maureen, Alexandra también lloró.