Kelly estaba sorprendida cuando Andrés se acercó, y su rostro se inclinó lentamente hacia ella. Su corazón latía fuerte, pero no se atrevía a moverse. Solo parpadeó para mirar sus ojos tiernos tan cerca de los suyos.
Sus rostros estaban a solo unas pocas pulgadas de distancia. Podía sentir su cálido aliento cosquilleándole la cara.
—Kelly, ¿quizás has emitido una invitación silenciosa para que yo... duerma contigo? —Andrés susurró en su oído, haciendo que Kelly se encogiera ante sus palabras.
—S-Señor... qu-qué quieres decir? —La voz de Kelly temblaba. Estaba completamente nerviosa.
No era la primera vez que su jefe hacía esto con ella—hablar demasiado cerca y decir tales vulgaridades—pero era la primera vez que lo hacía en el elevador.
Andrés sonrió mientras encontraba su mirada nerviosa. Levantó la mano para acariciarle las mejillas sonrojadas. Siente su piel suave y cálida, lo suficiente para hacer volar su imaginación.
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