Se dice muy bien que ser madre es muy difícil, mucho más difícil a la hora del parto y en ese mundo era más riesgoso para los omegas masculinos. Morgan Betancourt era el esposo de Masha Ivánovich, al dar la noticia de su boda era la nueva pareja alfa y omega, pero en realidad Morgan era un alfa recesivo, al igual que los omegas ellos podían quedar embarazados, pero la mayoría de las familias eran conservadoras y no permitían que sus hijos o hijas de género alfa dieran a luz un bebé.
Masha estaba intranquilo después de dejar a su hija de nuevo, su instinto decía que pasaba algo extraño, temía por su pequeña Morgan, aquel alfa joven a pesar de dar una buena imagen, parecía más como si sus palabras fueran automáticas, una fachada que mantenía, ocultando su verdadero comportamiento.
Un día cualquiera, su marido salió por trabajo como era habitual en los ultimos meses, por lo que el rubio se quedaba solo con sus trillizos. Parecía que el tiempo transcurría lento, como era costumbre, tendría papaleo que revisar, echar un vistazo a sus hijos, esperar a ordenar algo o simplemente hacer algo de almorzar.
Aunque últimamente un sentimiento se hacía presente en él, estaba preocupado porque la última vez que se sentía de la misma manera, tuvo como resultado alejarse a toda costa de su familia y cambiarse el apellido, ahora mismo la misma sensación de ansiedad era signo de que algo malo estaba por suceder.
Esa misma tarde, mientras Masha se dirigía a la cocina para preparar el almuerzo, escucho su teléfono sonar una melodia que significaba una llamada, pensando que era su esposo, tomó el móvil respondido rápido la llamada. Su rostro pasó de tener una cara serena, pero sus ojos se volvieron fríos y sus puños se apretaron al escuchar la voz del muchacho al otro lado de la línea.
— Se-señor Betancourt. Soy Pether el amigo de Morgana ella...
***
Los rumores se extienden rápido, los gritos enojados de dos voces diferentes fueron escuchados, era una discusión entre la bien conocida ex pareja del recinto, un joven cualquiera pasó por la biblioteca escuchando la discusión, mientras tanto ese mismo joven conversó con otro así contándole lo que había escuchado y así el rumor se esparció rápidamente a los oídos de los gemelos y el alfa.
Los tres hombres se miraron entre sí, llevaban algo de tiempo esperando por su amiga, ella debía tener un chequeo por su mal estado de salud, pero no tardaba mucho tiempo en ir con ellos a tomar una merienda, pronto escucharon que en la biblioteca una pareja estaba discutiendo.
— Jajajaja sabes deben ser una de las parejas que tienen sexo en la biblioteca después de una pelea absurda, aunque podría ser Daniel con algún omega.
— Solo no entres ahí, si es él seguro tomará un rato en que salga de allí.
Las voces se hicieron más lejanas mientras los chicos que pasaron se iban alejando, pero en ellos sintieron que algo definitivamente andaba mal, cruzaron miradas. Viktor habló primero.
— Llámala. Puede que sólo sea el imbécil de Daniel en una de sus aventuras, pero...
— Yo le llamaré, tienes razón puede que solo estemos paranoicos con lo que pasó, aún así ella está tardando mucho en venir —. Vincent tomó su teléfono, con dos pares de ojos mirándolo atentamente, el timbre sonó tres veces sin respuesta.
— Voy a buscarla, vayan a buscar a la doctora y a la tía de Morgan ¡rápido! —. Grito enfandodo Pether, pero su pareja y cuñado no se asustaron, entendieron la situación.
Cada uno tomó un rumbo diferente, Vincent camino con Pether, pero el omega aceleró su paso casi al punto de salir corriendo para llegar rápido a la enfermería. Su hermano Viktor tomó rumbo a donde Selene, era fácil encontrarla pues la mayor parte de su tiempo estaba el salón donde impartía su clase.
Pether había llegado, la puerta estaba cerrada, no se escuchaba ningún ruido dentro, suspiro pesadamente, tal vez se había equivocado, busco en su bolsillo su teléfono para llamar a los gemelos, sin embargo sintió un olor extraño, no era algo dulce, era algo fresco, entre más exhalaba la fragancia sentía como su cuerpo se relajaba, esto nunca lo había sentido antes, una feromona; fresca, con tenue olor a lirio, adictiva, pero realmente poderosa. Sin notar el callo al suelo, entre más respiraba su mente era un lío, como si no tuviera un control de lo que hacia, esperando por una orden.
Al otro lado de la puerta, se encontraba la misma escena, un alfa en el suelo, perdido por la feromona de la "omega" que yacía mirándolo con desprecio.
Viktor sólo habló una vez diciendo en nombre de Morgan y Selene su tía, se puso alerta, siguiéndolo a la biblioteca, al ser una Delta todos sus sentidos que mantenía bajo control despertaron, en su naturaleza estaba protegerse de los alfas, usando su extrema fuerza física además de su inmunidad a las feromonas. Llegaron a la biblioteca, esperando que Pether les dijera lo que estaba pasando, pero él estaba tirando en el suelo fuera de si, Selene no dejó acercarse al omega, pidiendo que llamará a su hermano y que esté tampoco se acercara demasiado con la doctora.
Llegó donde Pether, lo movió levemente esperando una respuesta, no hubo alguna. Inmediatamente sus sentidos se hicieron más agudos, su piel se erizo, sus pupilas se dilataron, respiró profundo... Nunca había percibido tales feromonas, pero su cuerpo reaccionó de manera automática, un delta está hecho para pelear con un alfa, pero precisamente un tipo de alfa es por quien evolucionaron al hacerse tan fuertes y resistentes. Alfa extremo, definitivamente esas feromonas pertenecían a ese tipo tan escaso actualmente y peculiar.
Selene abrió las puerta, busco la proveniencia de la feromona amenazante, pero jamás espero ver la escena, Daniel no era el dueño, era ella... Morgana. La chica de mirada dorada, se giró donde estaba su tía, ahora no ella no era la de siempre, en mirada estaba clara que Morgan estaba fuera de sí, Selene dio un paso hacia delante e intentó tocarla, apenas la tocó reaccionó de manera violenta.
Claro que la delta no planeaba lastimarla, puede que ella fuera más alta pero ahora su querida Morgan era un depredador listo para atacar, jamás había visto un alfa de su tipo, pero correctamente el suponer que la altura y peso no importaba nada al ser alfa extremo, sin importar qué, ellos eran fieras listas para atacar sin control. Tenía que evitar que ella perdiera la poca cordura que le quedaba, una vez más intentó calmarla llamándola por su nombre sin dar un paso.
— Morgan son yo, tu tía, no temas.
—...
— Linda no te haré daño. Te quiero mucho como para hacerte algo así, solo dame tu mano.
—...
No hubo respuesta, pero lentamente las feromonas iban disminuyendo, dejando que Pether volviera a sus sentidos un poco, escuchó voces dentro de la biblioteca, la puerta había seguía abierta, estaba confundido pero decidió entrar para ver que sucedía, se detuvo al escuchar su teléfono, la llamada era de un número desconocido pero sabía perfectamente de quien se trataba.
— Habla Pether, si, no la he visto pero... — Al interior se puedo escuchar un gran estruendo, se quedó en silencio un par de segundos.
— ¡MORGANA NO!
— La biblioteca, ella está aquí, venga rápido, algo está pasando...