Ella no podía, era como estar borracha, su cuerpo ardía no por fiebre si no por mera excitación, no era ella, tal era la reacción de su cuerpo al celo adelantado que Daniel había provocado, la misma sensación de miedo de antes la invadió, no era una opción decir no, todo su ser sabia la mala idea del decir no.
Dejó caer su ropa, con el cuerpo por completo al desnudo, sus pezones erizados, su sexo a la vista afeitado que dejaba ver el tenue rosa de los labios, no podía levantar la mirada, solo sentía la mirada de Daniel, el miedo, la vergüenza y la excitación provocaban sensaciones en su parte baja, el muchacho lo notó, no perdió más tiempo para jugar con ella.
— Eres una omega tan hermosa pero desnuda eres un cielo tan hermoso, mi pequeño cielo tan hermoso Morgana —. Ella no hizo nada solo subió su temperatura y empezó a humedecerse.
— Mírame cuando te hable. Recuestate en la cama y abre las piernas. Ahora.
Cómo si fuera un pequeño títere, Morgan obedeció sin decir una palabra en negación, este fue el punto de inflexión de la relación, a partir de ese precioso momento nada sería igual, todo cambiaría, desde ese momento donde se decidió la balanza de poder ante un alfa y el ser omega, ella no era más su novia sino su propiedad que Daniel estaba dando por reclamada, es aquí cuando todo se rompe.
Abrió las piernas tal como el ordenó, de una piel impecable sus piernas eran hermosas, sus senos redondos esperando obediente su siguiente mandato.
— Masturbate frente a mi Morgana.
Con la cara roja, sudorosa, la respiración agitada y sus latidos desenfrenados, bajo una de sus manos a su vagina que ya estaba suficientemente mojada, no podía resistir la mirada fija del chico, sólo cerró los ojos con sus dedos acarició su entrada lentamente disfrutando su propio toque, masajeo sus labios cuidadosamente y tocó su clítoris en círculos muy despacio, con su otra mano jugó con uno sus pezones apretandolo a su gusto, mordiéndose los labios para contener sus pequeños pero eroticos gemidos, cada vez más rápido frotaba sus dedos con su pequeño botón que la encendía con cada toque, no resistió a la curiosidad de saber que se sentía tener algo dentro de ella, con uno de sus dedos lleno de sus propios fluidos lo metió dentro de ella muy lentamente, fue algo doloroso al principio pero marcó un ritmo lento mientras introducía su dedo sus caderas se movían, deseaba más para poder llegar al clímax, metió otro dedo y tocó su punto dulce aumentando el ritmo bajo la mano con la que acariciaba sus pezones y jugó con su clítoris dando masajes circulares rápidos con sus dedos jugando dentro de ella, miró al frente y la mirada tan penetrante la hizo llegar con un fuerte orgasmo que dejó sus piernas temblando.
Daniel tenía una gran ereccion que se abultaba en sus pantalones, se paro y quedó frente a ella, desabrochó su cinturón, bajando el cierre de su pantalón, bajó su bóxer y dejó al aire su pene de un tamaño grande, venas que sobresalían, un punta rosada llena de líquido preseminal. — Vamos preciosa chupa el pene de tu alfa —. Ella se acercó y tomó el miembro entre sus manos.
Torpemente empezó a lamerlo, pasando su lengua pequeña y caliente, por la base y chupando el glande como si fuera algo tan dulce, debido al celo era normal que las feromonas tuvieron un fuerte olor en todas las partes del cuerpo del alfa que atraían al omega, siguió chupando de la base a la punta, se lo metió a la boca, Daniel aprovecho para sujetar su cabeza y follar su boca a su antojo, el aire le estaba comenzando a faltar, sus ojos empezaron a empañarse, Daniel aumentó su velocidad y terminó llenando su boca con semen. — Más te vale que lo tragues.
Un completo espectáculo ante sus ojos, la joven omega que no había sido tocada por nadie en toda su vida, estaba hecha un completo desastre en la cama completamente desnuda, en celo y siendo tan sumisa ante el que sería su alfa.
Morgan apenas y podía moverse, su cabeza dolía, su cuerpo seguía ardiendo, sentía feromonas tan fuertes que le daba asco, la mirada perdida solo significaba que estaba a punto de desmayarse.