Dos semanas habían pasado desde el ataque de las sirenas, la moral estaba por las nubes porque la diosa los estaba cuidando. El ritual había logrado estabilizar las mentes de varios marineros y dio los ánimos necesarios para continuar esta fatídica travesía, sin embargo, muchos marineros estaban deprimidos y no sonreían hace varios días.
Por suerte para el capitán, no ocurrieron más muertes estas semanas o eso es lo había notificado a los tripulantes, lo que si ocurrió fue un brote de enfermos grabes, los cuales estaban siendo atendidos por Ron y Dima en la bodega.
En el día de hoy, los tres grumetes se despertaban temprano para ir a pescar algo de comida para la tripulación.
"Bueno pasaron dos semanas, logre estirar el asunto diciendo que ya teníamos comida para tirar por la borda, pero la comida se fue agotando poco a poco" Dijo Taras algo cansado
"Y para colmo nos hicieron tirar una buena parte por lo de la enfermedad, así que no nos queda otra que salir a pescar"
"La verdad es que te debemos esas 3 horas de sueño, Taras, ya me había acostumbrado a dormir cómodamente por desgracia" Se quejaba Ricardo, mientras trataba de preparar una caña de pescar.
"Saben pescar, no?" Pregunto Taras, al ver a Ricardo engancharse el anzuelo en el dedo por error.
"La verdad es que solo armamos el sebo, nunca nos mandaron a pescar a nosotros" Respondió Lucas mientras preparaba el sebo con algunas sobras de comida.
"En general, pescar en este barco nada más es tirar la red de pesca, tirar el cebo y luego recoges la red con ayuda de las poleas cuando notas que la cuerda que sostiene la red se tensa" Dijo Taras, mientras apuntaba a una especie de red.
"Lo único que tenemos que hacer, es preparar la red, tirar la red, el sebo y recoger la red" Explicó resumidamente el nuevo grumete.
"¿Y las cañas de pescar? Parecen más divertidas que la red ..." Preguntó Ricardo algo desilusionado.
"Bueno, podemos emplear las cañas de pescar para pasar el rato, pero con eso no sacamos mucho" dijo Taras mientras preparaba la red.
Tras una larga lucha lograron tirar la red al mar, ahora los tres grumetes estaban pescando con sus cañas, mientras esperaban a que algo se enganchara en la red.
"¿Solían pescar ustedes en sus islas natales?" Pregunto taras algo aburrido.
"Claro, siempre íbamos a pescar en el bote, era el pasatiempo favorito de mi papá" Dijo Ricardo añorando esos lindos días de pesca
"Yo no tanto, en general solo tenía que quedarme en casa esperando los pescados" Dijo Lucas, algo aburrido "Luego aprendí de grande, en el puerto siempre había gente pescando y vendiendo pescados"
"¿Y tú, taras?" Preguntó Ricardo.
"Yo también, solía trabajar en un barco pesquero antes de pasarme a la profesión de mercante" Dijo Taras, chequeando la tensión en las cuerdas que sostenían la red de pesca
"La paga de pescador era miserable y el trabajo muchísimo más pesado"
"Pero al menos era más seguro ..." Comentó Ricardo, ya bastante cansado de estar tan pegado a la muerte en este viaje.
"No te creas, chico..." Dijo Taras con cara bastante triste "... No hay empleo sin riesgo en estos mares"
"Como pescador, a veces tienes que salirte de las áreas seguras para mejorar la ganancia del día, si te toca un mal capitán que arriesga demasiado, podrías morir fácilmente"
"... Y por muy poco dinero" Murmuró en voz baja.
"De todas formas ser mercader también es arriesgado …"
"Pero lo de este viaje es anormal, no es común perder más de un hombre, en un viaje por estas rutas ..."
"Y nosotros perdimos más de 10, claramente los dioses nos quieren muertos" Maldijo Taras