—Ya he intentado todo. ¿Por qué no me escuchan? —Tang Moyu sintió que se acercaba otro dolor de cabeza.
Aunque no era obligatorio que sus hijos asistieran a la guardería o al jardín de infancia, quería que aprendieran a socializar con otros niños y no se encerraran aquí en casa. Además, si asistían a la escuela, significaría devolverle algo de su tiempo libre a Feng Tianyi para que hiciera su trabajo.
Tang Moyu comprendía que él estaba más ocupado estos días, por cortesía de la empresa que ambos habían fundado. Se sentía un poco culpable, delegando todas las tareas en él y pudiendo contribuir solo de vez en cuando. Su tiempo para escribir también se había reducido por eso.
Feng Tianyi le dio una sonrisa irónica. Podía entender en parte por qué Baobao hacía lo que hacía en aquel entonces. Probablemente estaba acorralado o esos niños habían tocado la línea roja del chico, haciéndolo estallar.
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