Cuando Qian le contó que también había conocido al popular autor Qin Jiran, y que estaba viviendo con la emperatriz, Xu Wenyang nunca pensó que la persona de la que hablaba era el diablo en persona. En cuanto a qué hacía el diablo en el lugar de Moyu, no tenía idea.
—Wen, este es Qin Jiran. Es el amigo de la Hermana Moyu, del que te hablaba —Lin Qianrou se lo presentó al hombre familiar que estaba sentado en una silla de ruedas, el hombre que lo miraba como diciéndole que se contuviera por ahora de decir lo que quisiera decir.
—Sr. Qin, un placer conocerlo —Xu Wenyang estrechó la mano de Feng Tianyi como si fuera la primera vez que se encontraba cara a cara con el diablo.
—El placer es mío, Sr. Xu —Feng Tianyi le devolvió el saludo con una leve inclinación de cabeza antes de girar hacia los pequeños bollos que se habían agrupado alrededor de Qian, llevando a la mujer al jardín para mostrarle el brote que habían plantado la semana anterior, mientras Tang Moyu los seguía.
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