Dejaron el departamento de Obstetricia y ginecología en estados de ánimo variados. Pero al salir, Naia se detuvo y miró a Leon y a la Abuela.
—¿Puedo visitar a mi amigo? —preguntó—. No tardaré mucho.
—¿Tu amigo? —preguntó la Abuela mientras Leon la miraba fijamente.
—Acaba de recibir un trasplante de corazón. Me mandó un mensaje ayer diciendo que ahora está bien y quiere que lo visite.
Leon entrecerró los ojos. ¿Mensajes?
—¿Aarón lo hizo?
Naia asintió. —Bueno, Alaric también lo hace.
Leon apretó la mandíbula al escuchar el nombre. ¿Así que también hablan por mensajes? ¿Desde cuándo?
La Abuela observó el intercambio y luego se sentó en un banco cercano. —Adelante, vayan a donde quieran, yo me relajaré aquí.
Esto hizo que la pareja se volteara hacia ella. —¿Estás segura, abuela?
—Sí, sí —dijo ella, haciendo un ademán con la mano.
Naia parpadeó y miró a su alrededor, con la mirada finalmente fija en la máquina expendedora más cercana.
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