—¿Sabías? —preguntó el Rey Vampiro con el ceño fruncido, pero Vae no pudo verlo ya que tenía la cabeza inclinada y miraba fijamente sus dedos de los pies.
Le estaba costando toda su voluntad no huir de ahí. Sin embargo, era algo que tenía que ver hasta el final. Ahora que tenía pruebas, no había razón para que ella siguiera aquí.
—Eso es a lo que te referías con sábanas manchadas de sangre. Pensé que ustedes los humanos tenían un ritual extraño o que esperabas que yo la desangrara suficiente para manchar las sábanas —él lentamente negó con la cabeza mientras hablaba.
—Sí —ella respondió y su cabeza permaneció inclinada.
—Y esto es normal para las mujeres humanas.
Vae asintió.
—Ya veo, ¿con frecuencia? —dijo él.
—No, solo la primera vez, su gracia.
—Está bien. ¿Ella está dormida?
—Aún no, está comiendo en la cama.
—¿Hay algo más?
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