Desde el momento en que el doloroso cambio a la forma de lobo terminó, Talia se replegó hacia el fondo de su mente, permitiendo que Liseli tomara el control. La anciana bestia ansiaba libertad y estirar sus patas, y Talia no estaba de ánimo para interactuar con nadie, así que esto funcionaba para las dos.
Liseli sentía a Caleb, Pierce, Liam y Lulu en la zona, pero dado que los cuatro guardias solo vigilaban desde la distancia, no se molestó con ellos.
Después de una corta carrera, Liseli se acomodó en la cima de una roca, y contemplaba el agua mientras disfrutaba del viento que alborotaba su pelaje.
—¿Quieres hablar de ello? —preguntó Liseli a Talia.
—No.
—¿Estás segura?
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