Talia escuchó a Damon llamándola, su voz perdiéndose en la distancia, y quiso responder, pero se encontró paralizada, incapaz de hacer un sonido.
¿Qué diablos había pasado?
Se sintió sin peso, sin la capacidad de sentir nada más que el frío en su pecho causado por el colgante que estaba allí descansando.
—No hay señales de rastreadores... ¿Qué estás haciendo? —se escuchó una voz masculina desconocida.
Talia intentó averiguar de dónde venía la voz, pero no podía moverse ni sentir las partes de su cuerpo. Por más que su vista alcanzaba, todo era blanco sin una sola ondulación en el espacio. ¿El hombre le estaba hablando a ella?
—Grabé un mensaje para Natalia —respondió una voz femenina.
Talia se alertó. ¿La mujer estaba hablando de ella?
—¿Todavía está grabando? —volvió a hablar el hombre.
—Se detendrá en un segundo. Lleva esto contigo y asegúrate de que Natalia lo reciba. Una vez que tenga la edad suficiente, el mensaje se reproducirá. Es solo para sus oídos —dijo la mujer.
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