Los cantos y cánticos llenaban el espacio, acompañados por suaves sonidos tintineantes.
La fogata creaba sombras que parpadeaban para crear la ilusión de árboles en movimiento y el humo colorido que se esparcía por el área venía con el dulce olor de las hierbas.
Cassandra, Talia y Axel se acercaron con cuidado al pequeño claro y se agacharon detrás de un arbusto de altura mediana para ver qué estaba pasando allí.
Para su alivio, no había dragones ni ogros, sino mujeres. Más de una docena de mujeres, todas aparentando tener veintitantos o treintaitantos. Cantaban y danzaban en un círculo alrededor del fuego, sus cuerpos se balanceaban graciosamente al mismo ritmo, cada una con sus propios movimientos.
Cascabeles alrededor de sus tobillos tintineaban suavemente, y aunque parecía aleatorio, cada pocos segundos las mujeres pisoteaban al unísono, provocando que los cascabeles estallaran melódicamente.
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