—Toc-toc-toc…
James se negaba a despertarse. Estaba abrazando un cuerpo suave y cálido que olía a bayas silvestres, y tenía el sueño más delicioso que se disipaba con cada nuevo golpe que sonaba como si le golpeara la parte trasera de la cabeza.
—¡Toc-toc-toc!
Eventualmente, James dio un salto, saliendo de su sueño, y se apresuró a llegar hasta la puerta.
—¿¡Qué!? —espetó al ver el rostro sonriente de Maya y sus ojos que observaban su apariencia desaliñada con interés.
—El almuerzo es en quince minutos —dijo Maya—. Deberías unirte a nosotros porque Damon y Talia querrán discutir lo que pasó en la reunión y elaborar estrategias.
James asintió con brusquedad a Maya y esperó a que ella empezara a caminar por el pasillo antes de cerrar la puerta.
Sus labios se curvaron en una sonrisa al ver a Cornelia durmiendo en su cama.
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