Orso empujó agresivamente a Rosina hacia la cama y se subió encima de ella en segundos. Como Rosina tenía una máscara, no podía besar sus labios, así que en su lugar, comenzó a lamer su cuello y a succionar su piel, lo que hizo que Rosina gemiera de placer.
—¿Te gusta eso, nena? —susurró Orso al oído de Rosina y lamió su lóbulo lentamente, haciéndola sentir la humedad y el calor de su lengua.
—Sí, más —respondió Rosina. Su respiración empezaba a entrecortarse mientras sentía la mano de Orso masajeando su seno derecho. Sus labios estaban secos, queriendo humedecerse.
Como tenía la máscara puesta, Rosina levantó el material hasta la punta de su nariz, lo suficiente para que Orso pudiera deslizar su lengua entre sus dientes.
El beso fue suave y apasionado al principio, ya que Orso quería saborear el gusto de Rosina.
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