Rosina miró el cartel en el tablón de anuncios en la ciudad de la manada de Corona de Sable.
—Ah, deberían haber dibujado bien mi nariz —murmuró Rosina con insatisfacción. Arrancó el cartel y lo guardó en su bolsa.
Rosina bajó su capucha para cubrir su rostro mientras caminaba por la calle llena de caballeros al acecho. Desde lo que había ocurrido en los últimos dos días en la mazmorra del Palacio de Sabrecrown, su nombre se había difundido por toda la manada como 'Buscada', y la recompensa era una caja llena de monedas de oro.
—Bueno, al menos no soy tan barata —pensó Rosina con un murmullo. Estaba satisfecha con la cantidad de oro puesta sobre su cabeza.
Mientras paseaba, un caballero se interpuso en su camino y le impidió seguir caminando.
—Señorita, permítame ver su rostro ahora —declaró el caballero firmemente, sin dejar que Rosina se escapara.
—S-sí —tartamudeó Rosina— y soltó un grito fingido. Se quitó la capucha y mostró su rostro.
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