Era como si una cosa no terminara ahí, siempre había algo más listo en la cola, esperando caerle encima, pensó Penélope para sus adentros. Ambas brujas se miraban con intensidad. Su mandíbula se tensó y relajó en asombro —Si de verdad valoras la amistad que hemos tenido hace unos meses, entonces retrocederías para ser el hombre que conocí en ese período de tiempo —sus palabras eran breves, pero fue suficiente para captar su atención.
—Estás intentando jugar la carta de la amistad para alejarme. ¿Es eso lo que quieres? —le preguntó él, terminando el último pedazo de fruta en su mano.
—Es lo que te he estado diciendo, Isaías —ella usó su nombre para dejarle entender que hablaba en serio.
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