Penny caminó hacia la cama, girándose para sentarse en el borde mientras recogía lo que su tío y su tía le habían dicho. Pensar que no tenía parientes en quienes pudiera confiar, solo hacía que su vida fuera mucho más solitaria y triste. Con su padre que había desaparecido y su madre que había muerto, ya no quedaba nadie en su vida. Damien, que había estado mirando a Penny desde que llegaron, la encontró mirando distraída frente a él. Sus ojos no miraban nada en particular, como si estuviera perdida.
Su nariz se había puesto roja lo que le hizo preguntar,
—¿Estás bien? Damien sabía que aparte de los parientes que acababa de conocer, no había nadie más que Penny pudiera llamar parientes. Estaba sola, lo que hizo que Damien se preguntara si debía sentir pena o alegría por ello.
—Estaré bien —dijo Penny—. Tomando una profunda respiración antes de liberarla.
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