Con Damien que salió de la sala para volver a su habitación, Lady Fleurance corrió al lado de su hija. Maggie siguió los pasos de su madrastra, situándose junto a la silla mientras su hermana menor miraba fijamente el espacio vacío frente a ella. Estaba sentada allí con una expresión vacía, la mandíbula superior sangrando con hilillos de sangre que caían de sus labios para recorrer su cuello y su ropa. Lady Fleurance tomó los colmillos que estaban cubiertos de sangre, hablando con su hija,
—¿Gracie? —su voz era suave y gentil—. Tomando las cuerdas que estaban atadas alrededor de sus manos al reposabrazos. Cuando Maggie intentó ayudar, acercándose con las manos levantadas, "¡Detente!" llegó la voz afilada de su madrastra, "Ni siquiera pienses en tocarla. Tu hermano y tú armasteis esto, ¿no es así? Siempre tratándonos como forasteros. Mantente alejada de ella."
—Madre- —intentó Maggie, pero fue interrumpida.
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