Remia, Crystel, Apartamento «104» - 26 de Junio - Año 525
—Despertaste. —El alivio invadió a Zenda cuando vio a Vlas abrir sus ojos. Lo miró con una sonrisa de par en par.
—¿Eh? ¿Qué haces aquí, linda? —preguntó Vlas, confundido, e intentando alzar su cabeza en la almohada.
—Tu hermano me contó todo, quédate tranquilo —respondió Zenda, ayudándolo a sentarse—. ¿Recuerdas algo de lo que sucedió o tu pregunta fue totalmente sincera? —preguntó, alcanzándole un vaso de agua. Vlas lo vació de un trago.
—Sí, recuerdo la mayoría... Ese maldito... Fue todo tan rápido, ni siquiera me pude defender —maldijo Vlas, apretando el puño con impotencia.
—Ey, cálmate, ya pasó, ahora estás bien, eso es lo importante. —Zenda tomó su mano. Intentando calmarlo.
—Zenda. —Vlas alzó la mirada. Cierto... Ella estaba a su lado... Recién caía. Ella le sonrió y su corazón volvió a latir, se sintió agradecido, y la quería sentir, a ella... Sólo a ella.
—¿Si? —preguntó Zenda, confundida. Vlas ya la había abrazado incluso antes de terminar la pregunta, y ella necesitaba un abrazo de Vlas, ya lo extrañaba... Su preocupación fue mucha y al fin se había ido—. ¿Estás bien? —preguntó riendo.
—Pensé que no te vería más... Imaginé lo peor antes de perder la conciencia, no quería que nos separáramos sin despedirnos... No quería... Mierda. —Vlas se aferró a ella. Esa suavidad en su respuesta lo hizo despejar dudas, lo hizo sentirse en el cielo.
—Ey —dijo ella, separándose de un poco de él, necesitaba mirarlo a los ojos para decirle lo que quería decirle—. Ya hablamos de eso... Y creo que quedo claro lo que al menos yo quiero. —Lo miró con cierta conformidad.
—Sí... Entendí perfectamente tu postura, pero también hicimos una promesa, y como dije anteriormente... «No quería irme sin despedirme de ti» —Él repitió sus palabras... Esta vez, más sinceras que nunca.
Zenda lo comprendió y sonrió en señal de entendimiento.
—Dejemos eso para más tarde, ¿Sí? Quiero saber cómo te sientes, ¿Estás bien? —preguntó ella, analizándolo con la mirada. Estaba mucho mejor que días atrás, Rhys no hacía nada más que curarlo, por lo que sus heridas ya habían dejado de verse.
—Mejor que nunca... De hecho esperaba verme peor —dijo él levantándose de la cama, caminó hasta la esquina de la habitación y se miró en un espejo. No tenía una sola cicatriz.
—Rhys fue quien te salvó, también te curó... Antes de irse me dijo que cualquier movimiento inusual que note le avisara lo más rápido posible, estaba muy preocupado —contó Zenda.
—Le tendré que agradecer cuando vuelva... Por suerte está aquí, no sé qué hubiera pasado si no él no llegaba —dijo Vlas, bajando el rostro. Dejó de ver su reflejo.
—Rhys nunca permitiría que alguien te haga algo malo... Hablé con él mientras estabas dormido, le expliqué lo que pensaba sobre todo lo que estaba sucediendo, y lo entendió perfectamente... También noté que se preocupa mucho por ti, aunque no lo demostrara tanto estaba nervioso esperando a que despertaras... Sacaste la lotería con un hermano como él.
—Lo sé, estoy agradecido de que así sea, porque después de todo lo que tuvo que pasar, él más que nadie se merece lo que tiene, una esposa como Lara que lo apoya en todo y siempre está con él, alguien como Leah que le devolvió lo que era el calor de una familia, y todas las personas que lo siguen y confían en él, su gran voluntad y perseverancia lo hicieron llegar a donde está ahora, y así debería haber sido antes de la muerte de Demian... Antes de cometiera todos esos errores de los que nunca dejará de arrepentirse —aseguró Vlas, con un poco de aflicción marcada en su voz. Zenda estaba a su lado, tan solo con mover un poco su mano encontró la de ella... Y la apretó.
Zenda se dio cuenta de que él no estaba del todo animado, se notaba en su rostro y en su propia actitud que no se sentía seguro con todo lo que estaba sucediendo. Su relación era tan fuerte que solo con esa acción, la de tomarle su mano, ella sabía que debía hacer algo por él, debía ayudarlo a despejarse e ignorar la situación actual, necesitaban un tiempo a solas.
—¿Quieres que salgamos los dos solos? —sugirió Vlas.
A ella la tomó por sorpresa, estaba por preguntarle lo mismo.
—Estaba esperando que lo dijeras —respondió ella, con una sonrisa.
—Mejor así, ¿Puedes esperarme afuera? Me iré a cambiar... Debo de tener algo de ropa por aquí —dijo Vlas, dando una mirada alrededor de la habitación—. Espera... Esta no es mi casa, ¿Dónde estamos? —preguntó, percatándose que era un lugar desconocido.
—Creo que es el departamento donde Leah se está quedando, o algo así dijo Rhys —respondió, Zenda señalando una foto colgada.
—Son Lara y Rhys —dijo Vlas, acercándose al portarretratos
—Sí... Y Leah... Vaya... Son una familia hermosa —dijo Zenda, parándose a su lado.
—Ni que lo digas... —respondió él, mirando fijamente la foto.
Eran Lara y su hermano, saliendo de algún tipo de salón, sus manos estaban juntas, en los brazos de ellos estaba Leah, ella se veía más pequeña que en ese momento, la foto era vieja. Tal vez un par de años... Estaban vestidos como una pareja recién casada, y su felicidad se notaba incluso desde la foto. Zenda tenía razón, eran una familia hermosa.
Vlas no podía creer el trasfondo que esa foto tenía detrás, después de todo, los tres habían estado solos, lo habían perdido todo, su pasado los había lastimado, y se encontraban perdidos, no tenían a nadie alrededor, sólo había personas igual de lastimadas que ellos, y así fue como sucedió... Esos sentimientos de dolor fueron los que los hicieron tan unidos, cada uno era la vida del otro, cada uno amaba al otro, cada uno significaba demasiado para el otro... Eran los tres pilares de una sola fuerza.
Vlas no se equivocaba al pensar que su hermano había cambiado, Rhys era impresionante, luego de haberlo perdido todo se levantó del golpe más duro de su vida, ayudó a las personas que lo rodeaban y estaban en su misma situación, a ser felices junto a él, les prometió un futuro donde iban a poder vivir sin preocupaciones... Él se lo había planteado, ese era el destino de Rhys, ese era el destino que él había buscado, esa era su manera de cambiar su mundo y de arreglar su camino... Aquel que perdió tiempo atrás... Él sueño que tantas personas buscaban, y que por esa misma razón lo seguían, porque Rhys era el único capaz de lograrlo... Y él debía ayudarlo... Zenda se lo había dicho, ese también era su destino, él había sido elegido para eso... Y no iba a poder cambiarlo.
Pero quizás si Zenda.
—Bueno, voy a salir... Te espero afuera.
Zenda estaba por abrir la puerta cuando oyó la voz de Vlas detrás de ella.
—Zenda, espera —él la interrumpió.
Ella se volvió hacia él. De espaldas... Lo miró confundida... ¿Le estaba hablando?
—¿Qué sucede?
—¿En serio tú quieres que tome esa decisión? ¿Quieres que ponga mi vida por encima de la tuya? —él preguntó, sin quitar la mirada de la foto de su hermano.
—Creo que quedo muy en claro lo que pienso Vlas, sigues con lo mismo.
Él seguía de espaldas, sintió que él valor vino sin mirar a Zenda. Ella lo notó y caminó hasta él.
—¡Necesito que me lo digas! ¡Dime qué quieres que te eli...! —pidió... Estaba a punto de voltear.
—Quiero morir por ti... —Ella llegó primero, e interrumpió su ímpetu, posando su mano en la espalda del chico. Vlas sintió ese suave tacto y se dio la vuelta, la firme e inalterable mirada de Zenda lo atrapó—. Quiero hacerlo, no soy una suicida, pero así es la vida, así es mi vida... Todo ocurre por algo, ¿Cierto? —preguntó... Y su sonrisa volvió.
—Pero Zenda... ¿Por qué? No puedo entender por qué, si lo tienes todo para ser feliz por el resto de tu vida, ¿Por qué terminarla así?
Esa cuestión era la que intentaba deducir desde que ella le dijo que aceptaría su muerte. Nunca pudo comprender la razón detrás de esos deseos.
—Porque así lo decidí Vlas, tengo todo para ser feliz... Sí, lo sé... Pero también tengo todo para que ustedes sean felices, ¿Crees que sin ti este futuro será claro? Tu hermano te necesita... Y esto lo hago por el bien de todos, ya te lo había dicho... Por el bien de Kora y de mi familia, por tu propio bien, y el de los que me rodean, prometí que viviría para que me recuerden, Vlas... Si muero de esta forma sé que todos sabrán de mí por siempre, y que nunca me olvidarán, eso es lo que anhelo... Quiero que mi vida haya tenido sentido... Un sentido que yo elegí.
Él no podía dejar de admirar la determinación en sus ojos... Era única, no podía contra ella. Nunca lo haría.
—Pero yo sí te recordaría, sea como sea tu muerte, yo nunca me olvidaría de ti, jamás, pase lo que pase siempre vivirás en mí —aseguró el chico.
—Lo sé, por eso no puedo permitir que tu mueras antes que yo... Lo siento si te dejo solo, pero tampoco quería que tú me dejaras sola a mí, fui egoísta en ese sentido, creí que serlo alguna vez en mi vida no haría mal... Aun así, ya estoy preparada, ya conseguí todo lo que quería, quizás me quedaron cosas por hacer, pero lo importante siempre estuvo ahí... Personas que amo y me aman, ya fui la mejor en lo que más me gustaba, quizás nunca fui la chica más seria del mundo, pero porque intenté vivir todo el tiempo con felicidad, y no puedo quejarme de eso, ya que mi actitud me hizo pasar los mejores momentos de mi vida, ya aprendí y enseñé, reí, lloré, tuve miedo y tuve valor... Conocí la felicidad y la tristeza... Pero lo más importante en mi vida siempre fue el amor... Ese amor que conocí diez años atrás —dijo, tomando el rostro de Vlas y secando sus lágrimas. El chico siempre se ponía sentimental en esos momentos—. Diez años atrás conocí al amor de mi vida... Esa persona que me hizo ver el mundo desde un punto de vista diferente, con quien tengo los mejores recuerdos y experiencias, con quien agradezco haber pasado tanto tiempo, quizás lo único que siempre tuve miedo de dejar ir, creo que aunque lo conocí más que nadie, nunca fue una comprensión total, porque él supo encontrar su camino, él supo conocerse a sí mismo también... Mi contrario, pero mi otra mitad, una parte de mí que incluso yéndome de este mundo no podré olvidar —agregó, mirando fijamente a Vlas.
Él había parado de llorar y solo sonreía. En pausa. Quizás no había más explicaciones para su amor, ya lo había descrito de tantas formas que los sinónimos se le acabaron... Pero siempre lo fue, nunca dejó de serlo jamás... Siempre fue eso que nunca quiso perder, pero que en algún momento llegaría a su final, porque cada inicio tenía su final, pero si podía elegir ese final no perdería la oportunidad... «Una última vez Zenda... Una última vez», rogó dentro de sí.
—¿Y quién es esa persona? —preguntó él, sin borrar su sonrisa.
—Vlas Windsor —respondió Zenda, devolviéndole la sonrisa. Con la brillantez de sus ojos deslumbrándolo.
—Que afortunado... Lo envidio —él replicó, riendo.
—Eres un tonto, ¿Lo sabes? —Ella se acercó a él.
—Sí, un tonto que te ama, gracias por todo, Zenda... Esas palabras no significan nada comparado con todo lo que te debo. —Él la tomó de la cintura.
—No me debes nada, todo lo que hice fue porque te amo, te ayudé al igual que tú a mí, no hay intereses detrás de eso, gracias por ayudarme a cumplir mi deseo, ahora soy yo quien está en deuda contigo.
—Me salvaste la vida, jamás podré devolverte eso, jamás tendré tu brazalete de regreso.
—Eso no importa, Vlas, este brazalete te pertenece a ti, por eso luego de que ya no esté quiero que lo uses, si no lo haces tú... Que no lo haga nadie.
—Me hiciste renacer, después de todo no estaba tan equivocado con lo que pensaba cuando te lo entregué, ¿Qué habría sido de mi sin ti?
—Eso ya es imposible de saberlo, lo importante es que estamos aquí y ahora, juntos, y sabemos que por más que pase lo que pase no nos separaremos jamás.
—Nunca aprendí a estar solo, me acostumbré a ti, por eso creo que jamás volveré a ser el mismo luego de que no estés, aun así, me estás regalando tu vida, demostrando que sí... Tú siempre serás el amor de mi vida.
El discurso de Vlas fue interrumpido cuando los labios de Zenda tocaron los suyos. Esta vez era diferente, no era igual que en la playa, esta vez sabía que no era un sentimiento de necesidad, sino de agradecimiento, de comodidad, el beso que había esperado tanto tiempo. Nunca olvidaría eso, era imposible para él olvidarse del primer beso con la persona que tanto amaba, y que en poco tiempo iba a perder.
El beso se aplazó por un tiempo donde ninguno de los dos quiso separarse del otro, aunque después de todo, era inevitable que así sería, mejor disfrutar el momento.
—¿Ya despertó? —Se escuchó una voz resonando en la habitación, y los sorprendió a ambos—. Oh, lo siento, vuelvo en otro momento.
Era Leah. Apenas los vio, salió de la habitación lo más rápido que pudo y cerró la puerta detrás de ella. Se quedó parada apoyada en el picaporte, no sabía si girarlo de nuevo, quizás había interrumpido un momento intimo entre ellos.
«Carajo, ahora voy a parecer una entrometida que no tiene respeto», pensó, apretando su mano con firmeza, esa duda de abrir de nuevo la puerta seguía ahí, pero esta desapareció cuando de adentro se sintió un forcejeo en el picaporte, ella estaba impidiendo que la puerta se abriera, por lo que lo soltó. Ahí fue cuando Vlas abrió la puerta y quedaron mirándose cara a cara.
—Oh, Leah... Eras tu —dijo él, soltando algunas risas— ¿Necesitabas algo? —preguntó con soltura.
A Leah le sorprendió que a él no le importara demasiado que ella los hubiera visto segundos atrás.
—No... Sólo quería saber si estaban bien, escuché voces y supuse que ya habías despertado —respondió Leah intentando evitarlo con la mirada—. Pero parece que ya estás bien, que suerte... Perdón por interrumpirlos, si necesitas algo sólo tómalo, estás en tu casa —agregó, bajando la cabeza y dándose la vuelta, sin esperar respuesta de parte del chico solamente desapareció por el pasillo.
—Sí, claro, gracias Leah —agradeció Vlas, al verla alejarse con rapidez la miró confundido. Ella había actuado muy extraño.
—¿Qué sucede? —preguntó Zenda, apareciéndose detrás de él.
—Nada... Era Leah, quería saber si ya había despertado, al parecer escuchó nuestros murmullos.
—Oh, ya veo... ¿Sabes? Me gusta el estilo de Leah... Su ropa es bonita, sé que es cara, las marcas que usa son de lujo, probablemente sea ropa que Lara le compra, pero sólo ella sabe usarlas de esa manera... Ella es una chica muy hermosa, ¿No crees? —Al escuchar esa pregunta de Zenda, Vlas se dio la vuelta y la miró con una sonrisa—. ¿Qué? ¿Por qué me miras así?
—Por nada, sólo me pareció extraño que me hicieras esa pregunta... Y si, la verdad que es linda, solo un ciego podría negarlo —respondió él, alzando sus hombros con obviedad.
—Vlas... ¿Puedo hacerte una pregunta? —inquirió Zenda.
—Si, claro... ¿Qué pasa?
—¿Tú sabes que yo no tengo ningún problema con que decidas ser feliz, cierto? —preguntó, en un bajo tono de voz, parecía reflexiva.
—Emm... ¿A qué te refieres con «ser feliz»? —Vlas preguntó confundido. Esa pregunta lo había sacado de foco.
—Digo, tú sabes... Quiero que sigas con tu vida más adelante, con otra persona, o solo si prefieres, pero no quiero que vivas desdichado, ¿Tendría sentido que todo acabe así para nosotros si tu terminas siendo infeliz?
—Si, claro que lo entiendo linda, pero, ¿Te replanteaste todo esto ahora que viste a Leah?
—No, bueno... Es que... Quizá sí... La vi y pensé que probablemente tú te fijarás en otras chicas como ella alguna vez... Después de todo eres joven, atractivo, y tienes cierto lado tierno y sensible que es bastante cautivador... No quisiera que vivieras el resto de tu vida en una soledad negativa, no quiero que pierdas tu luz.
Ella no se escuchaba triste, más bien prudente, su deseo parecía más un consejo que una inseguridad, Vlas no pudo evitar sorprenderse.
—No lo sé, linda, será extraño, algo complicado, ¿Enamorarme? Vaya, decirlo de esa manera suena algo imposible... Pero no te preocupes, no voy a vivir en una soledad negativa, estarán Rhys y Lara, Kora, mamá... Quizás me falte la mitad de mi mundo, pero... ¿Qué más podemos hacer?
—No pensar en eso... Distrayéndote, haciendo cosas que te gusten, divirtiéndote... Algo así como, pasar todo el día fuera, conmigo... ¿Qué dices? —Ella sonrió al pasar sus brazos por alrededor del cuello de Vlas. Y arrimando su rostro al de él, le dio un beso.
—Claro que sí, linda... ¿Me esperas afuera? Me cambio y voy —preguntó, entrando a la habitación de nuevo.
—Okey, apúrate —insistió Zenda.
—Lo haré.
Algunas horas después...
Remia, Crystel, Distrito Central - 26 de Junio - Año 525
Vlas y Zenda decidieron salir a recorrer la ciudad juntos. Pasaron por todos los lugares que frecuentaban cuando siempre que salían: El parque de diversiones, una heladería, y el centro comercial. Pasaron toda la tarde riendo, y sin recordar todo lo que estaba pasando a su alrededor. Les hacía bien estar juntos e ignorar el hecho de que solo faltaban cuatro días para que sus vidas cambiaran para siempre. Vlas recordó las palabras de su hermano y entendió que había momentos donde se necesitaba ser egoísta, y sólo pensar en él y ella.
Luego de pasar un día inolvidable junto con ella, agradeció haber dejado de ser tan terco y permitirse ceder a sus sentimientos, Rhys tenía razón, ellos dos se necesitaban, y Vlas lo notó cuando después de tanto tiempo, por fin pudo demostrar una sonrisa no forzada. Por fin dejó de sentirse vacío.
—No me divertía tanto hace mucho tiempo —declaró Zenda, recostada al hombro de Vlas.
Él tenía su mano posada sobre la suya, acariciando su brazalete con cuidado. Cuando ella alzó un poco su mirada notó que él tenía sus ojos brillosos.
—Yo tampoco, necesitaba un día así, más que nada —él respondió, esta vez bajando hasta tomar su mano. El sol cayendo ante ellos dejó paso a un hermoso atardecer.
—¿Volvemos? —preguntó Zenda.
—Vamos —respondió Vlas, poniéndose de pie.
Ella se quedó sentada, y se llevó una gran sorpresa cuando de la nada Vlas la levantó en sus brazos.
—Espera... Eso me tomó por sorpresa —dijo Zenda riendo.
—Déjame llevarte así el resto del camino —pidió Vlas, acompañándola en las risas.
—¿No te cansarás?
—No, tengo una resistencia bastante alta —aseguró, sonriente.
—No tienes que decírmelo, entonces sí... Si no te molesta puedes llevarme, de hecho, yo tampoco quería caminar —asintió Zenda, recostándose en el pecho de su chico.
—Mejor así entonces —dijo Vlas, levantando la mirada—. Oh, mira el cielo —agregó señalando las estrellas que hacían presencia en la noche.
—Jamás miramos las estrellas juntos, ¿Cómo nunca lo hicimos? —preguntó Zenda, su mirada también se alzó, y lo acompañó en su apreciación.
—Ahora lo estamos haciendo... Estamos haciendo todo lo que alguna vez no —respondió él, bajando su mirada hasta los ojos de ella. El brillo de la noche los hacía ver tan hermosos.
—Seguramente recordarás todo lo que hacíamos cuando ya no esté —declaró ella, con una cálida sonrisa.
—¿Me escuchaste ese día? —él pregunto, algo asombrado.
—Nadie se duerme en menos de un minuto —respondió Zenda—. Aun así, tu sabías que estaba despierta, por eso lo dijiste, ¿Cierto?
—No tenía sentido que te dijera algo así de importante y que no me escucharas. —Él sonrió
—«No te soltare jamás» —ella parafraseó lo dicho por él ese día—. Gracias por esas palabras, las necesitaba, no te lo había agradecido en el momento, por eso te lo digo ahora. —Su mano ya se encontraba acariciando el rostro de Vlas.
—No es necesario que lo hagas —dijo él, acercando su rostro al de ella—. Sólo prométeme que cuando no estés y yo mire las estrellas para recordarte, estarás ahí, esperándome, y siempre que pida por ti me darás una señal —agregó, con sus labios a centímetros de los de la chica que tenía en brazos.
—¿Tengo que decírtelo? —preguntó Zenda, sonriendo. A lo que Vlas asintió, apoyando su frente en la de ella—. Es algo obvio, pero allá voy... Prometo que cada vez que mires al cielo estaré viendo todo lo que hagas, te felicitaré con señales en las noches y estaré orgullosa de todo lo que logres, estaré para ti cuando lo necesites, solo mira el cielo y cuando identifiques la estrella más brillante, esa seré yo —agregó, dándole un suave beso en sus labios.
—La más brillante... Tal como lo fuiste toda tu vida... Zenda.
Después...
Remia, Crystel, Residencia Allen - 26 de Junio - Año 525
—Puedes dejarme aquí —Zenda indicó, cuando Vlas paró en la puerta del apartamento en el que se estaba quedando su familia.
—¿Tus padres están dentro? —él preguntó, bajándola de sus brazos.
—Probablemente... ¿Por qué lo preguntas? —Lo miró con insinuación—. ¿Acaso quieres pasar a mi habitación? Vaya que eres astuto, Vlas Windsor. —Su sonrisa dejó ver toda su sugerencia.
—Ey... No pienso en eso. —Él bajó su rostro, que rápidamente se había tornado color rojo—. Sólo preguntaba... No quería dejarte sola.
—Está bien... Kora está dentro, si la necesito sé que vendrá a mi lado... Pero tranquilo, luego del día de hoy seguramente me vaya a la cama con una sonrisa.
—Que bien... Entonces... ¿Mañana paso por ti?
—Sí... Te llamaré cuando despierte... Quiero ir a un jardín botánico... Vi que hay una cerca del Distrito Comercial... ¿Me llevarás? —preguntó, dejando salir toda su emoción.
—Claro que sí, linda... Te llevaré —Vlas asintió, con una sonrisa. Verla de esa manera siempre lo ponía en ese estado... Pero evitar sentirse melancólico era imposible... Y no quería romper en llanto frente a ella—. Bueno, tendría que irme... Mi madre se preocupará si llego muy tarde, y luego de lo que pasó... Es mejor que no siga haciéndolo.
—Sí, claro... Te amo... Saluda a tu mamá de mi parte —ella se despidió, a medida que entraba a la casa.
—Lo haré... Nos vemos... Mi amor.
Antes de que ella cerrara la puerta, vio su sonrisa por última vez en el día, y al fin... Pudo suspirar, y casi, dejarse llevar por el llanto... Pero no lo hizo... No lo iba a hacer... Ella ya lo sabía, y ya lo habían decidido... Por lo que... ¿Qué sentido tenía seguir haciéndolo? Si el destino ya estaba marcado... Y ella... Se iba a ir... Desde ese día, no iba a parar... Todos los días los pasaría con ella, haría lo que ella le pidiera, la llevaría a donde ella le pidiera... Sin soltar su mano, sin dejar de apreciar su sonrisa... Los últimos momentos que le quedaban... Los viviría como si al otro día no pudiera despertar... O quizás... Eso era lo que quería.
—Mierda... ¿Cuándo se va a acabar esta pesadilla? Quiero dejar de llorar.
Seguir haciéndolo tenía sentido... Y dejarse llevar era su único consuelo... Esas lágrimas por Zenda eran su mayor acto de amor... Acompañado por el recuerdo que la nostalgia por el brillo de esa estrella inextinguible le causaba.
Ese brillo que apreciaría por el resto de su vida.