El Rey la miró con ojos vacíos mientras ella lloraba lastimosamente.
—Por favor... Tú puedes hacerlo. Volvamos a cómo éramos. Lo siento. Me disculparé con todos. Iván... Iván es tu heredero. ¡Yo soy tu reina! Recuerda todo lo que mis ancestros han hecho por este reino. Recuerda cómo mi padre te ayudó... —imploraba ella.
Una sonrisa amarga torció las comisuras de los labios del Rey mientras negaba con la cabeza lentamente. —Si tu padre realmente me ayudó a dirigir este reino sin problemas, ¿por qué hice un gran esfuerzo para darle una muerte difícil? —replicó con un tono agudo y burlón.
Los ojos de Arya se abrieron de par en par, incapaz de comprender la verdad que su esposo estaba revelando. —No —jadeó—, eso no puede ser cierto. Mi padre te era leal. Tú... ¡tú le eras leal a él!
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