Valerio finalmente detuvo el coche después de dieciocho minutos más de viaje.
—¿Es aquí? —preguntó.
Nix asintió con la cabeza. —Sí. Se detuvieron justo en esta ubicación.
Valerio apagó el motor del coche. Bajó y cerró la puerta con llave después de que Nix se bajó.
Se volvieron y contemplaron la inmensa casa que tenían delante.
—¿Podrían haber entrado allí? —indagó Valerio.
—Creo que sí. La puerta está entornada y por la rueda de ese coche aparcado ahí, se nota que acaba de ser conducido —explicó Nix.
Valerio parpadeó y se acercó a la puerta. Entró al recinto con Nix y miraron alrededor en busca de alguna forma de amenaza.
—Espero que no estemos invadiendo la casa de alguien —dijo Valerio.
Nix negó con la cabeza. —No, no lo estamos. El rastreador indica que ella está dentro de esa casa.
—Oh… —Valerio asintió levemente.
Se acercaron a la puerta de la casa y Nix extendió su mano para tocar el timbre. Pasaron unos segundos, pero nadie abrió la puerta.
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