—Puedes esconderte debajo de mi cama si quieres. Mis tíos volverán pronto y los echarán —señaló su cama.
—Gracias —Zhao Lifei movió los regalos a un lado y se metió debajo de la cama, lo cual no fue tan difícil. Los enormes regalos la ocultaban fácilmente del ojo desnudo. Justo cuando se arrastraba debajo de la cama, se abrió la puerta de la habitación.
Su corazón latía con miedo ante la idea de ser descubierta.
—Perdone nuestra intrusión, señorita joven
—Esta intrusión no está perdonada. Salgan —su rostro se volvió frígido—. No tienen ningún derecho de entrar a mi habitación. Ya llamé a seguridad y mis guardaespaldas vendrán de un momento a otro —la voz y el comportamiento de la niña no correspondían con su edad. Hablaba con aplomo y comandaba la atención de los hombres en la habitación.
—No queremos hacerle daño
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