—Los policías entraron primero —fueron a hacer algunas preguntas.
Cuando el equipo de rescate llegó ese día, solo encontraron a Yvette tendida en sangre.
Yvette acababa de despertar, y estaba muy débil. Su lengua aún no se había recuperado, por lo que no podía decir mucho.
Después de que se fueron los policías, Ellen entró.
Al ver el color púrpura rojizo en las mejillas de Yvette, Ellen lloró desconsoladamente. Ellen quería abrazar a Yvette pero tenía miedo de tocar las heridas. Ellen no pudo evitar sostener el borde de la cama y llorar.
Cuando Ellen se calmó, intentó consolar a Yvette, pero no sabía por dónde empezar.
Los ojos de Yvette estaban rojos como los de un conejo. Había llorado demasiado cuando estaba inconsciente.
Ellen miró a Yvette. Ellen tuvo ganas de llorar de nuevo y dijo —Yvette, si estás triste, desahógate.
La expectativa de Ellen por este bebé no era menor que la de Yvette.
Ya habían acordado que Ellen sería la madrina del bebé cuando naciera.
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