La noticia del fallecimiento de Jon Arryn, junto con la de la llegada del rey, habían opacado la de el regreso de Artos. Y la idea de que el rey venía a Invernalia significaba una cosa. -. Ned marchara al sur. Pensó preocupada. La última vez había vuelto a ella con un bastardo.
Ahora estaba junto a Robb, Sansa, Bran y Rickon, apunto de romper el ayuno.
- ¡Vamos, dime!
-¡Saca tus manos de mis ojos, Arya!
Por la puerta entro Artos, tambaleando, con Arya sobre sus hombres abrazando su cabeza.
-¡Prometiste contarme sobre las criptas! - Exclamo Arya, soltando a su hermano.
- ¡Te voy a contar! - respondió Artos, fastidiado-. Cuando rompa mi ayuno- dijo con suavidad -. Hermanita.
Catelyn suspiro, la actitud de Arya era terrible, no acorde a una dama o futura esposa. Pero estaba feliz de que sus hijos estén juntos otra vez.
Artos se saco a Arya de encima y la dejo en el piso. Su hijo, al igual que Arya, favorecían los rasgos Stark: cabello castaño hasta los hombros, rostro frío y algo cara larga, y ojos grises como la plata sin pulir. Mientras Ned decia que Arya se parecia mucho a Lyanna, ella creia que Arto se parecía mucho a su difunto tío, Brandon, pero si los rumores sobre el eran ciertos, de alguna manera su comportamiento era como el de su difunto abuelo: Rickard Stark.
Su hijo tenía la fama de ser un joven frío y rígido a la hora de dirigir el Foso, no se comportaba como un niño de catorce años, sabía que tenía un trabajo y lo cumplía con diligencia. Pero con sus hermanos...
- No aprietes mis mejillas- se quejo Sansa, víctima del cariño de su hermano -. Las vas a arrugar. Además tus dedos parecen piedras.
- Son las manos de un hombre que trabaja - se defendió Artos. Se enfoco en Bran y lo abrazo con fuerza-. ¿Aprendiste a usar el arco?
Artos atacó con cosquillas al abdomen de su hermano menor.
Bran reía y trataba de zafarse. El cariño rudo de su hermano no era rechazado por ninguno, ni por Sansa.
- Aun no logro darle a la diana, Art - respondió Bran, algo frustrado-. Incluso Arya sabe hacerlo.
- Artos y Ros me enseñaron bien. - declaró Arya, con orgullo.
-¿Ros hizo que?- interrogó Caletyn con molestia.
Arya quedo paralizada y con la comida a medio masticar. Observo a su hermano en busca de ayuda.
-Pobre Ros - dijo Artos con tristeza fingida-. La van a castigar.
Artos se inclino frente a Rickon y sonriendo le pregunto: -¿Te acuerda de mi, Rickon?
- No. - respondió Rickon, siempre sonriente.
- Si, era se esperarse... ¡Robb, hay que entrenar! - choco sus palmas con las de su hermano-. Hay que ver si mejoraste algo. La última vez Jon te desarmo fácil.
A Cately le desagrado la mención de ese bastardo. El hecho de que su hijo lo compare con Robb era indignante.
- Jon solo tuvo suerte. Me desarmo porque estaba distraído. - río Robb junto a su hermano.
- Siéntate a comer Artos, tenemos que apurarnos a preparar la llegada del rey. - ordenó Catelyn.
Artos se sentó entre Arya y Sansa, justo frente a su madre. Y Catelyn vio como Artos le dio algo a su hermana más pequeña por debajo de la mesa.
Arya se veía emocionada, y le susurro algo que no pudo escuchar.
Sansa puso mala cara y dijo en voz alta:- ¡No es justo, yo también quiero algo!
Artos y sus regalos.
- Tengo regalos para todos - se defendió Artos-. Los hombres de Reed estuvieron saneando el pantano y encontré cualquier variedad de cosas. Luego les daré lo suyo.
-¡Regalos! - exclamo Rickon.
- ¿Que hay de las criptas que encontraste en el Foso? - pregunto Arya.
Artos medito por unos segundos.
-Bueno... eran muy parecidas a las muestras. No tan grandes- respondió Artos-, pero si bastante amplias. No pude entrar del todo, están inundadas.
- ¿Crees que ahí esta la tumba del ultimo del rey del pantano? - pregunto Bran con ansiedad.
Artos solo le sonrió.
- No lo se, pero encontré algo impresionante. Una corona de Stark, vieja y oxidada, en la copa de un árbol antiguo.
...
-¿De donde salieron esos lobos? - le pregunto Artos.
Habíamos terminado de romper el ayuno, y ahora Artos la ayudaba a organizar la bienvenida de la comitiva real. El rey llegaría antes del atardecer.
Pero ahora en el pasillo Artos la detuvo para hablar. La observaba con un rostro serio, uno que exigía respuestas.
- Tu padre llevo a los muchachos a que presencien la ejecución de un desertor de la guardia. Cuando volvieron por la puerta del cazador, traían cachorros de lobo con ellos. Los encontraron en el bosque de los lobos en su regreso- explico Catelyn-. Cinco lobos, uno para cada hijo de Stark, uno para cada uno de tus hermanos... y uno más para el bastardo. Debería haber sido tuyo.
Artos se quedo en silencio. Tendía a ser frío y reservado en muchas ocasiones, pero pocas veces melancólico. En este último año, en sus pocas interacciones, Artos se veía y sentia cada vez más distante de ella y de su señor padre. Los viajes a el Foso lo devolvían cada vez mas distinto...
- Yo también soy hijo de Stark...- pronunció, con una dureza que no había escuchado antes en el -. Pero siempre me alejan, ya me perdí los ultimos dos onomasticos de mis hermanos, y ahora me perdi esta oportunidad. Mi hermano pequeño no me conoce, mi padre me trata igual que a un subordinado y no me enseña nada sobre como ser un señor. ¿Como planea que pueda gobernar si no me dice que debo hacer?
- Artos.... - quiso hablar Catelyn.
-¿Por que soy el único que viaja al Foso? Uno de los dos deberá gobernar, pero no conozco nada de como administrar Invernalia, y Robb no sabe nada de Foso Cailin.
- Artos, tu hermano esta siendo preparado por tu señor padre, al igual que a ti. - declaró Catelyn.
Esta cara de su hijo no la había visto nunca, parecía desesperado, desahuciado.
- ¿Prepararlo para que? El rey viene, la mano murió. Es evidente el porqué de su visita, y se irá sin haberme enseñado nada.
- ¡Artos! - exclamo Catelyn, sin deseos de seguir escuchando a su hijo -. Tu padre sabe lo que hace.
Quiso dar por terminada la conversación, pero Artos no parecía satisfecho.
- Cuando tenia once, el me dio el poder para poner orden en el Foso -dijo Artos, apretando los dientes com fuerza -. Cuando tenia once ejecute a quince hombres, bandidos que acechaban al pueblo, siguiendo la única enseñanza que el me dio: El hombre que dicta la sentencia debe blandir la espada.
- Hijo...
- Cumplí con mi deber como se me inculcó... El viejo camino. El no me dijo nada cuando volví. Me ignoro por las veintitrés noches que aguante aquí... ¡solo!
Catelyn no sabia como responder, la angustia estaba ganando terreno en su pecho. Su hijo Artos, como jamás lo había hecho, se estaba rompiendo frente a ella. Y ella recordaba como Ned le había dicho a sus hermanos que no se acerque a Artos.
- Me aleja cada vez que puede, me aleja cada vez más. Mis visitas son más cortas, mis tareas son más extensas... soy yo quien hace todo lo posible para poder verlos otra vez de la manera mas pronta posible. Pero cuando vuelvo - siseo Artos, con su vos quebrada, soltando las primeras lágrimas -, nadie me recibe. ¿La explicación? Un cuervo anuncia la llegada del rey, y se olvidaron de informar que yo estaba de regreso.
- Lo lamento, hijo - dijo Catelyn, sin poder contener las lágrimas-. A veces olvidamos que eres solo un niño aun, y que estas muy lejos de nosotros. Pero no es nada en tu contra. Tu padre quiere lo mejor para ti, aunque no lo veas, el confía en ti más que en cualquiera. Te ve capas, seguro y confiable, y es por eso que te pone a prueba.
Artos se quedo en silencio, observándola fijamente, en ese momento recordó como lo llamaron en el castillo: Artos ojos de lobo. Su hijo poseía una mirada penetrante, como la de un lobo qué acechaba, una mirada aterradora. Pero era el pensando en que decir.
Su hijo se limpio las lágrimas y dejo salir un pesado suspiro.
- Lamento, madre, por haberte hecho sentir así -. Voy a entrenar con mis hermanos. - dijo, y rápidamente se marchó.
Hoy por primera vez su hijo se había abierto a ella, hoy por primera vez entendió como se sentía si hijo, el que fingía ser un hombre mayor.
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