Rogar I

Rogar I

Apoyado contra el fresco muro de piedra fuera de las cámaras del consejo, dejé que el peso de la puerta cerrándose tras de mí resonara tanto física como simbólicamente. Mis pensamientos bullían con la intensidad de la reunión que acababa de dejar atrás. Las voces de Jaehaerys, Rhaena y los demás aún zumbaban en mis oídos, cada palabra era una muestra del delicado equilibrio de poder que intentábamos mantener.

Reflexioné sobre la vehemencia de Alyssa y mi propia postura en el consejo. Si bien comprendía su sed de justicia, mi enfoque buscaba evitar una espiral de venganza que pudiera fracturar lo que habíamos comenzado a construir. La estabilidad del reino estaba en juego, y cada decisión debía ser medida no solo por su justicia, sino también por sus consecuencias a largo plazo.

La puerta se abrió nuevamente, rompiendo mi ensoñación. Era Alyssa, cuya postura regia nunca dejaba de impresionarme. A su paso, la seguían Jaehaerys y Alysanne, cada uno con una mirada pensativa.

"Mylady Alyssa, ¿podrías acompañarme a mi solar para discutir algunos planes?", pregunté con toda la formalidad que la situación requería. Su asentimiento fue breve, una confirmación de nuestra alianza tanto personal como política.

Mientras nos alejábamos de los jóvenes Targaryen, el pasillo de piedra de la Fortaleza Roja parecía absorber nuestros pasos, cada eco un recordatorio del poder que esas paredes habían visto pasar. "¿Crees que Rhaena aceptará los términos que hemos propuesto hoy? Su apoyo es crucial", comenté, intentando sondear su percepción de la situación.

Alyssa caminaba a mi lado, su vestido susurrando contra el suelo de piedra con cada paso. "Es difícil decirlo, Rogar. Rhaena tiene su propio juego en mente, siempre lo ha tenido. Pero Jaehaerys es rey ahora, y ella lo sabe. Debería aceptar lo que es mejor para el reino, aunque eso contraríe sus deseos personales."

Al llegar a la puerta de mi solar, la abrí para permitirle el paso a Alyssa primero, un gesto de cortesía que no pasó desapercibido. Una vez dentro, la familiaridad de mi espacio personal parecía permitir un descenso más profundo en nuestras verdaderas preocupaciones.

Alyssa se detuvo junto a la mesa de roble donde se apilaban mapas y documentos estratégicos, su mano acariciando la superficie en un gesto pensativo. Tras un momento, se volvió hacia mí, la interrogación dibujada en su expresión tan clara como las líneas de preocupación que marcaban su frente. "Rogar, en el consejo, defendiste a los traidores, aquellos que guardaron silencio mientras mi hijo era torturado y asesinado. ¿Por qué abogar por su clemencia ahora?", preguntó con una voz que, aunque controlada, vibraba con la intensidad de su dolor no resuelto y su deseo de justicia.

Me tomé un momento antes de responder, ponderando mis palabras con cuidado. "Alyssa, comprendo y respeto tu dolor, y nada me gustaría más que dar a esos hombres el castigo que merecen por su silencio cómplice. Pero debemos pensar en el reino. Una purga sin discriminación podría sembrar más discordia y resentimiento entre los señores, lo que podría debilitar nuestra posición. Si los sometemos a juicio, podríamos no solo demostrar nuestra justicia, sino también separar a los verdaderos enemigos de aquellos que simplemente siguieron órdenes por miedo."

Ella me miró, evaluando la sinceridad de mis palabras, su mirada una mezcla de escepticismo y la posibilidad de entender. "Pero al hacerlo, ¿no pareceremos débiles? ¿No se interpretará nuestra misericordia como miedo?", su voz bajó, un susurro que llenaba el espacio entre nosotros con su carga emocional.

Avancé hacia ella, reduciendo la distancia física como para reforzar mi compromiso no solo con sus preocupaciones sino también con nuestra causa compartida. "Alyssa, seremos firmes pero justos. El reino nos observa, y cómo manejemos esta situación definirá nuestro reinado. No seremos débiles. Seremos estratégicos. Y te aseguro, no permitiré que la sombra de Maegor nos oscurezca más allá de su muerte."

Avancé hacia ella, reduciendo la distancia física como para reforzar mi compromiso no solo con sus preocupaciones sino también con nuestra causa compartida. "Alyssa, seremos firmes pero justos. El reino nos observa, y cómo manejemos esta situación definirá nuestro reinado. No seremos débiles. Seremos estratégicos. Y te aseguro, no permitiré que la sombra de Maegor nos oscurezca más allá de su muerte."

En ese momento, cerré la distancia entre nosotros, mis brazos rodeando su figura con una familiaridad que había crecido con cada encuentro secreto. "No te preocupes, Alyssa," murmuré contra su cabello, sintiendo cómo se relajaba en mi abrazo. Mi mano se deslizó por su espalda, trazando la línea de su columna con una intimidad que solo los amantes conocen. El beso que deposité en su cuello fue tanto una promesa como una posesión.

Con Alyssa en mis brazos, sentí un orgullo que iba más allá del simple deseo. Tenía en mis manos a la ex reina viuda, un peón convertido en reina en el tablero de ajedrez que era nuestra corte. Y juntos, moldearíamos el destino de un reino. Las sombras de la sala oscurecían a nuestro alrededor, pero el futuro que estábamos construyendo juntos brillaba con una claridad indiscutible.