La enorme palma con caparazón chocó contra la exquisita pata del Señor Perro, creando una explosión.
Todos se quedaron boquiabiertos, con los ojos muy abiertos con incredulidad. Habían presenciado unos eventos que contradecían lo que habían imaginado.
El gigante rugió ferozmente mientras que toda la vitalidad de su cuerpo se filtraba en su brazo a una velocidad alarmante. Parecía que el caparazón en su brazo había cobrado vida, y el tatuaje sobre este emanaba un brillo radiante.
Crepitar.
Hubo una explosión de aire caliente saliendo del caparazón sobre su brazo. El aire caliente fue acompañado por un flujo de energía espiritual. La energía se amplificaba creando una fuerza mayor con cada golpe.
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