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Capitulo 42: El Gran Alboroto

Zhang Chengling caminó sin comprender detrás de los dos hombres, sintiendo que su shifu se había vuelto un poco diferente después de cambiar su apariencia.

El ambiente era sofocante; ni siquiera Gu Xiang, a un lado, tuvo el descaro de hacer un comentario, siguiéndolos sin atreverse a emitir un solo sonido.

Por lo general, una vez que los dos se juntaban, se seguían fastidiando sin parar, ambos golpeando a la otra persona para liberar el exceso de energía.

Sin embargo, ninguno de los dos habló, prestando sus respectivas atenciones en poner un pie delante del otro.

Zhou Zishu ni siquiera se puso su máscara de piel humana; nadie aquí lo reconocía de todos modos.

Tuvo una sensación de incomodidad en el pecho, como si se estuviera sofocando.

Las palabras del Gran Chamán fueron como un duro golpe directo a su pecho; si librarse de su habilidad marcial le concediera una quinta parte de esperanza, preferiría no tener esta esperanza y morir lenta y pacíficamente, de esta manera.

A lo largo de la historia, numerosos pugilistas, demasiados para contarlos, habían luchado entre sí por sólo un manual secreto y habían fracasado trágicamente.

Ese Kungfu suyo había sido entrenado a través de una perseverancia trascendental, durante los inviernos más fríos y los veranos más calurosos; después de tallar su propio camino de comprensión sin precedentes a través de una laboriosa meditación.

No era simplemente una posesión, o simplemente una habilidad de la que era competente.

Era la culminación de toda su alma.

¿Qué significaba deshacerse de su habilidad marcial? Era como una persona perdiendo su alma; bien podría haberse convertido en un imbécil desde el principio y vivir felizmente en la idiotez.

Naturalmente, el Gran Chamán había entendido esto.

Era por eso que sólo había suspirado al final, y no lo convenció.

Si perdía una buena parte de su alma, si no tenía esta última pequeña dignidad, ¿No sería una existencia vacía que sólo se llenaría al morir? De hecho, deseaba vivir, pero no deseaba hacerlo aferrándose apenas a su último hilo de vida.

De repente, Zhou Zishu no pudo evitar alzar la voz y cantar: —El tiempo pasa demasiado rápido para mí, me temo que los años no me esperan; al amanecer, subo la montaña para recoger magnolia, y al anochecer arranco malezas resistentes de la orilla del río; el sol y la luna continúan intercambiando lugares en el cielo, así como la primavera y el otoño cambian incansablemente; pensar en cómo la hierba se marchita y los árboles pierden sus hojas, temo el envejecimiento de la bella¹...

Esa voz tenía indicios de ronquera; en cada palabra y en cada línea, la tristeza y la ira se habían escondido, dejando sólo una crueldad indescriptible y una arrogancia salvaje.

Esta arrogancia salvaje con la que había nacido había llegado al final del camino; había vagado entre los miles de kilómetros de ríos y montañas por los que la gente del país se ganaba la vida, se retorcía y giraba demasiado tiempo dentro de su pecho, y ahora, finalmente se liberó de su garganta.

El cielo estaba sombrío, cayendo sobre ellos pesadamente.

Al contemplar las interminables praderas a su alrededor, sólo había un camino estrecho cubierto de maleza y ramas caídas.

El vendaval del Noroeste no sabía dejar de aullar; la hierba susurraba con tristeza, silbando a través de las fisuras en las rocas y del bosque como el lamento de un espíritu de montaña.

Se sentía como si mil, incluso un millón de años pudieran pasar en el lapso de un día.

La brisa hinchó sus amplias mangas, como si le estuviera diciendo que se fuera con el viento.

Wen Kexing levantó la cabeza y observó el esqueleto de Zhou Zishu.

El viento rompió el pelo de sus sienes como un látigo, azotando el costado de su cara.

Cerrando los ojos, bloqueó la imagen de esa figura que había llenado su melancólica visión y se concentró de todo corazón en la ardiente agonía que sentía.

El viento frío sopló en la garganta de Zhou Zishu, ahogándolo.

Esa melodía suya, que se había alejado mucho del terreno de juego, se cortó abruptamente cuando se inclinó ligeramente por la cintura para toser.

En sus labios casi transparentes, solo había un punto en el centro de sus labios donde había algo de color; una línea fina, extremadamente delgada.

Sin embargo, era como si tuviera el rastro de una sonrisa, una oscura, roja como la sangre.

Wen Kexing levantó la cabeza para mirar al cielo que parecía estar a punto de caer, y un copo de algo frío se posó en su rostro.

La primera nevada de Dong Ting había descendido.

¿Por qué un héroe tenía que enfrentar su eventual caída? ¿Por qué la belleza tenía que envejecer un día?

De repente, una sensación de resentimiento que no podía expresar con palabras aumentó dentro de su pecho.

El resentimiento parecía estar dirigido a sí mismo, pero también parecía estar dirigido a otra persona, casi desbordándose.

Era resistente a aceptarlo; le temblaban los dedos al sentir un deseo que lo abarcaba todo, tan fuerte que podría destrozar los cielos, la tierra y el mundo mortal con su poder.

Quería interrogar a los cielos... ¿Qué era la creación natural? ¿Por qué tenían que estar en deuda con las orquestaciones de la creación natural sólo porque vivían y sufrían?

Con inquietud, Gu Xiang vio a su maestro mirarla, quien sonrió y le preguntó: —A-Xiang, ¿Te gusta ese niño tonto Cao Weining?

Gu Xiang quedó estupefacta por un momento, mirando a su maestro confundida.

—Maestro...

Wen Kexing preguntó: —¿Lo encuentras agradable?

Gu Xiang tuvo la sensación de que esos ojos miraban directamente a su alma.

De repente, una emoción extraña brotó en ella, y pensó, ¿Era agradable Cao Weining?

Recordó que esa persona le dijo: "¿Qué pasa si te equivocas, qué pasa si... te das cuenta en el futuro? Me preocupa que te sientas triste por esto".

Con una expresión seria, lo recordó subiendo su larga espada con un gran esfuerzo para detener a ese par de viejos demonios y mantenerlos a raya a toda costa, volviendo la cabeza hacia atrás en el momento de la crisis para decirle: "¡Llévatelo primero, date prisa!"

Gu Xiang recordó de repente que antes de esto, nadie había dicho cosas como dejarla ser la primera en irse.

Sin saber por qué, los bordes de sus ojos se enrojecieron, y ella asintió hoscamente, pero sólo dijo: —Cao-dage es bastante amable, él sabe cómo hablar bien con la gente y es educado...

Wen Kexing se echó a reír sin decir nada: —Sí, él es la única persona que puede pronunciar algo como "ser completamente ignorante mientras duermes como los muertos en la primavera".

Gu Xiang pudo discernir que parecía estar diciendo algo sarcástico, y lo defendió activamente: —"Cansado en la primavera, exhausto en el otoño y dormido en el verano"; todos tienen sueño durante la primavera, ¿No duermen como los muertos sin poder despertarse? A mi modo de ver, lo que dice Cao-dage es razonable. Sus palabras no son sólo un poco mejores que las de esos ratones de biblioteca que sólo hablan de "el aroma del crisantemo proviene del frío", son mucho mejores.

Con un aire travieso, Wen Kexing miró a esta joven ligeramente sonrojada y asintió: —Claro, vamos a rescatarlo entonces.

Gu Xiang se sorprendió.

—¿Ah? ¿No dijo Lord Séptimo hace un momento que...?

Wen Kexing la interrumpió en voz alta: —Si quiero salvar a alguien, entonces lo salvaré, y si quiero matar a alguien, entonces lo mataré. Haré lo que quiera, y veré quién en el mundo se atreve a meterse en mi camino. ¿Por qué divagar tanto sobre eso? "Como un erudito en mal estado, desvalido y guapo", ¡Él no sabe nada! A-Xu, ¿vienes?

Zhou Zishu sonrió: —No me atrevería a no hacerlo.

La esquina de la boca de Wen Kexing se levantó ligeramente, pero sus cejas todavía estaban juntas, inexplicablemente emitiendo un aire congelado de asesino.

Esto hizo que su rostro, en el que estaba pegada la máscara, pareciera bastante aterrador, ya que dijo: —Muy bien, A-Xiang, a quien quieras rescatar, sólo ve y rescátalo. Naturalmente, te acompañaré para provocar un gran alboroto.

En ese momento, Cao Weining estaba muy desaliñado.

Se había caído y estaba tan cubierto de lodo como un rompeolas, con las telas de la ropa pegadas a él.

Uno de sus ojos estaba hinchado y casi cerrado.

Tenía las dos manos atadas a la espalda y le habían quitado la espada.

A pesar de haber sido empujado y haber tropezado durante todo el viaje, con Feng Xiaofeng rugiendo y maldiciendo fuertemente directo a su oreja de vez en cuando, por alguna razón, estaba muy en paz.

Se dio cuenta de que realmente no valía nada.

Las enseñanzas de los antepasados de la secta de la Espada Qingfeng dictaban que "El individuo va a donde va la espada; el individuo muere cuando la espada se rompe; defender la moral y la justicia; exterminar el mal demoníaco".

Ahora, a pesar del hecho de que su espada había sido rota y que probablemente había sido tomada por uno de esos villanos poco ortodoxos, no se lo tomó en serio.

Cao Weining nunca se había considerado una de esas grandes figuras que tenían un tremendo talento para gobernar, o la capacidad de sacudir al mundo pugilista con un pisotón.

Mientras todo lo que hiciera estuviera dentro de su conciencia, hecho sin culpa, él estaría bien con eso.

Sólo veía a Zhou-xiong haciendo buenas obras; veía a Gu Xiang, una doncella tan frágil y bella, protegiendo al hijo de la familia Zhang con su vida.

Por el contrario, eran los venerables ortodoxos quienes los llevaban amargamente a la desesperación.

¿Qué era bueno y qué era malo? Todo el tiempo, la mayor fortaleza de Cao Weining fue su habilidad para mantener una mente abierta.

La secta de la Espada Qingfeng le enseñó el camino del bien y el mal, pero no le enseñó a perseguir la fama y los intereses personales.

Entonces, si otros decían que él era malo, que se había desviado del camino recto y voluntariamente cayó en el mal, ¿Qué podía hacer? Cao Weining lo pensó.

Se sentía bastante triste, pero triste como estaba, encontró que no se había equivocado de ninguna manera.

En una bruma, pensó: si los demás no me consideran bueno, no importa.

De todos modos, al seguir su propio camino en la vida, nadie interfiere en la vida de otro.

Es sólo que... siento que he decepcionado un poco a mi shifu y a mi shishu.

Parecía que Abuelo Sauce Verde se había roto una costilla; su pecho ardía de agonía cada vez que respiraba, y estaba cada vez más desorientado.

Lo arrojaron a un lugar oscuro, pero sin siquiera mirar primero, Cao Weining cerró los ojos y comenzó a regular su qi.

Tenía la intención de recuperar suficiente energía antes de escapar.

Todavía planeaba un escape, no importaba lo que le sucediera a los demás, pero Gu Xiang estaba protegiendo a Zhang Chengling sola.

¿No sería la situación muy problemática si no pudieran encontrar a Zhou-xiong y Wen-xiong, y volvieran a encontrarse con los Escorpiones Venenosos?

No sabía cuánto tiempo había pasado antes de que una conmoción repentinamente sonara afuera.

Escuchó una voz extremadamente familiar rugiendo: —¡Mierda! ¿Desde cuándo nuestra secta de la Espada Qingfeng ha producido un mal poco ortodoxo? De hecho, tal como lo veo, ¡Ustedes, viejos demonios Melocotón Rojo y Sauce Verde, son los que no parecen personas decentes!

La escena ante los ojos de Cao Weining se iluminó cuando se abrió la puerta de la cabaña en la que se encontraba.

Entró un grupo de personas; entrecerrando los ojos, Cao Weining miró con su miserable apariencia y descubrió que el que estaba molesto dentro del grupo no era otro que su shishu Mo Huaikong.

Al instante, Cao Weining pensó: Oh no, mi shishu se pondrá furioso.

Mo Huaikong ya estaba furioso; en el instante en que vio a Cao Weining, gruñó con ira.

Sacuendiéndose la manga, empujó a Abuelo Sauce Verde y lo hizo caer sobre el trasero sin el más mínimo respeto por los ancianos.

Enfurecida, Abuela Melocotón Rojo chilló: —Mo Huaikong, lunático, ¿Qué estás haciendo?

Mo Huaikong tampoco andaba por las ramas. Frente a todos los demás, él rugió:

—¡Ese es mi shizhi²! Si ha hecho algo malo, mi líder de secta shixiong naturalmente se deshará de él. ¿Les exigimos acaso a ustedes dos viejos demonios que nos griten inútilmente lo que debemos hacer?

Internamente, Cao Weining no pudo resistir un grito silencioso de "¡bien dicho!"

Pensando que a pesar de que su shishu tenía un temperamento terrible, finalmente se puso del lado de él.

Sin embargo, la siguiente oración de Mo Huaikong fue: —¡Antes de pegarle al perro, aún debe verificar quién es su dueño!

De inmediato, Cao Weining lloró silenciosas lágrimas de desánimo en su corazón.

De la nada, Feng Xiaofeng gritó y tiró del esclavo Gaoshan, cuyos ojos habían sido vendados.

Señalando a Mo Huaikong, acusó: —Qué correcta es la secta de la Espada Qingfeng. ¿Por qué no preguntas qué cosas buenas ha hecho tu buen shizhi? ¡Es el pequeño demonio femenino que estaba con él quien dañó los ojos de A-Shan con veneno! ¡Si no puedo capturar a ese pequeño demonio femenino, le arrancaré los ojos a este pequeño bribón Cao!

Mo Huaikong estaba a punto de hablar, pero alguien a un lado se sobresaltó.

—Una niña pequeña, ejecutando una técnica tan cruel desde el principio, obviamente, es una pequeña demonio. ¿Por qué el joven Héroe Cao se mezclaría con ese tipo de mujer sombría? Me gustaría estar iluminado sobre este asunto.

Esto hizo que Mo Huaikong se tragara las palabras que acababa de pronunciar.

Le lanzó una mirada venenosa a Cao Weining, y éste abrió la boca para llamarlo patéticamente "Shishu".

Mo Huaikong se enfureció, —¿Quién es tu shishu? —Dio un paso adelante, agarró el cuello de la ropa de Cao Weining y dijo con frialdad: —¿Quién es la persona que mencionan? ¡Habla!

Cao Weining abrió la boca y murmuró: —Esa es... A... Xiang, A-Xiang no es uno de los malos, shishu, A-Xiang... A-Xiang...

Abuela Melocotón Rojo se burló: —¿A-Xiang? Te escuchas muy seguro dirigiéndote a ella bastante íntimamente.

Después de apresurarse desde la otra dirección, Yu Qiufeng, que se veía solemne por fuera pero tenía sus propias intenciones nefastas, dijo: —Es comprensible que un joven haya errado por la belleza de una chica. Mientras que te arrepientas, nosotros aquí tampoco somos personas irrazonables con corazones mezquinos...

Antes de que pudiera terminar de hablar, Feng Xiaofeng se enfureció: —¡Quiero arrancarle los ojos!

No se sabía si tenía la intención de hacerlo o no, pero destruyó con éxito el escenario que Yu Qiufeng había preparado.

Apretando los dientes con frustración, Yu Qiufeng tuvo el deseo de pisotear a este enano hasta matarlo.

En ese momento, Gao Chong, Zhao Jing, el reverendo Ci Mu y el resto estaban ausentes ya que estaban ocupados con los preparativos del funeral de Shen Zhen.

Sin un líder, esta mafia de viles malandros era como un grupo de dragones sin un líder de manada, y discutían entre ellos aún más flagrantemente.

El párpado de Mo Huaikong se movía sin parar.

Levantando a Cao Weining del suelo, gruñó con los dientes apretados: —Discípulo no filial, habla honestamente, ¿A dónde se dirige la pequeña demonio femenina, después de haber secuestrado al niño Zhang?

Con gran esfuerzo, Cao Weining dijo: —A-Xiang no...

Enfurecido, Mo Huaikong le dio una bofetada en la cara, que ya se había hinchado como la cabeza de un cerdo.

En ese preciso instante, una voz clara y fuerte anunció: —¡La pequeña demonio femenina está aquí, manojo de viejos desvergonzados, vengan a atraparme si son lo suficientemente capaces!

La mente de Cao Weining explotó: ¡A-Xiang!

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[1] Poema Li Sao (El Lamento) del poeta Qu Yuan Li de los Estados en Guerra.

[2] Shizhi 师侄 (Sobrino marcial): a pesar de la traducción literal, este término se usa para sobrinos y sobrinas marciales.