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Amargo despertar

Las nubes grises empezaron a formar pequeños cúmulos entre ellas, lentamente, las gotas empezaron a bañar las tierras de Edén, había pasado un buen tiempo desde que había llovido y era hasta agradable, ya que el olor fresco de la tierra impregnaba suavemente todo el ambiente y su suave fragancia se internaba en todas las casas y ayudaba de cierta manera a los sembradíos de fresas en las altas montañas de Edén. Los rayos caían con un tanto de violencia y sacudían con fuerza las nubes los cielos, de vez en cuando, iluminando las nubes y mostrando su forma interna.

El vehículo andaba por las calles, la iluminación era agradable y las luces relucían entre las gotas que lloraban las nubes y los charcos se formaban lentamente. Verum sacó una mano por la ventana y dejó que las gotas recorrieran su palma.

––¿Segura que está bien dejar a la corte de los pecados en el palacio con las sirvientas?

––Créeme, les advertí muy bien lo que deben de hacer. Ni yo misma me atrevo a jugar con ellas, son seres muy complicados, son un arma, no un juguete.

Algunas casas tenían las luces encendidas y observaban desde las ventanas el carro andar por las calles, estaban desérticas de cierta manera.

––Aún te temen.

––Pronto dejarán de temerme. Los guardias que patrullan las calles no les han tocado uno solo de sus cabellos

––¿Qué tan segura estás?

––Lo suficiente. ¿Me veo bien?

Verum tenía un escote blanco bastante ajustado, sus pechos se alzaban provocativamente, llevaba unos guantes hasta los codos y sus cabellos caían suavemente entre sus hombros, usaba con bastante frecuencia en sus labios un color rojo bastante intenso y hasta elegante, cruzaba seductoramente sus piernas mientras se cubría con el abrigo de piel de zorro que llevaba, tenía unos tacones de color vino que jugaban a tono con lo que había seleccionado para vestirse y unos aretes que llevaban unas piedras relucientes color púrpura, dignas de un maestro de orfebrería. Volvió a colocarse el guante que se había quitado para poder sentir la lluvia entre sus manos. La metió y encendió su boquilla para fumar, el humo se esparció por todo el carro.

––Siempre luces de maravilla mi señora––Jen la observaba con bastante sinceridad.

Los pezones de Verum resaltaban entre su escote, aún no le habían comprado unos sujetadores, aunque a palabras de Verum, ella no necesitaba de uno.

El clima caía con un tanto de furia.

––¿Por qué no usamos los carruajes tirados por pegasos? Son más rápidos.

––Los pegasos son solo de uso ceremonial, usar un vehículo es más práctico para estos casos––Diligitis iba manejando con bastante cuidado, llevaba guantes blancos y un smoking negro bastante elegante––. Igualmente, viajar en auto es muy cómodo, créame.

––Preferiría volar, ya hubiera llegado.

––Hay que mantener un poco la ética mi señora.

Diligitis dobló en una de las avenidas y esperó a que el semáforo se pusiera en verde, el olor a tierra mojada inundaba la nariz de Verum y era hasta divertido ver a algunos perros jugar bajo la lluvia.

El automóvil siguió adentrándose por la ciudad y andando por sus calles, era algo interesante, aunque ella quería ver nuevamente más actividad en la ciudad y estaba dispuesta a usar aquella leyenda como un cebo para lograr lo que quería. Desde la lejanía se podía ver lo que era la mansión del Lord Cid, era bastante grande y parecía ser más de una hectárea completa, la estructura relucía elegantemente y el auto se dirigió al portón central. Los recibieron unos sirvientes que le abrieron la puerta de bienvenida y Diligitis procedió a adentrarse por el camino, Verum observaba con cierta curiosidad, le gustaban los árboles que adornaban los caminos y los arbustos con ciertos frutos que combinaban suavemente con el lugar.

Diligitis se estacionó en el frente de la mansión, se bajó con su elegante vestimenta color negro y abrió la puerta del carro en donde se encontraba Verum. Ella se bajó con suavidad y elegancia, su cuerpo se movilizaba suavemente y parecía tan frágil como lo es el cristal, su perfume tenía una fragancia que enredaba lascivamente a todos los presentes y se pavoneaba con total conocimiento de lo que hacía, la sensualidad la arropaba como el abrazo de una madre e impresionaba con bastante encanto. Diligitis le tendió la mano y Verum se adentró a la mansión, las puertas fueron abiertas por los sirvientes, Jen los seguía al lado de izquierdo de Verum.

La sala central le llamó mucho la atención, Verum no estaba acostumbrada a ver salones tan grandes y tan ostentosos, era algo que la invadía con mucha curiosidad. Lord Cid bajó las gradas, vestía un smoking blanco con unos mocasines, observó a Verum y la analizó con bastante cautela, pasó sus ojos en todo su cuerpo y algo le llamó la atención, no estaba mostrando sus alas, se preguntaba las razones del ¿por qué? Pero no quiso meditar bastante en aquello, ese día tenían algo importante que realizar. Su sobrina lo acompañaba, iba vestida como toda una dama, con linos finos y de vuelos blancos que jugaban con sus cabellos negros, era muy similar a una muñeca, tan linda y tan suave, pero a su vez irradiaba una alegría y vida envidiable. Bajó velozmente las gradas y fue a abrazar a Verum, sus zapatillas resonaban por el mármol de la sala, aquello fue extraño, pero Verum la abrazó de todas formas, sus orejas de gato se movían alegremente y su cola danzaba entre el aire.

––Necesito que me expliques algo.

––Dime pequeña.

––Aquella vez hablaste sobre la leche de los hombres. ¿Cómo ellos pueden producir leche?

Verum se quedó en silencio y se sorprendió, no recordaba haber soltado tales estupideces, pero recordó lo que Diligitis le había dicho cuando ella se había levantado con aquella resaca. Diligitis la observó sonrojado y volteo su mirada hacia el lado opuesto.

––Laili ¿podrías dejarnos solos unos momentos?

––Pero Verum me iba a decir…

––No molestes a la señorita Verum.

––Está bien Berlis.

La pequeña se fue a su habitación, una criada le tomó la mano y se la llevó escalones arriba.

––¡Estaré preparando todo para la transmisión!

Berlis la observó con bastante alegría.

––Es muy lista ¿verdad?

––Si, me gusta verla feliz.

––Lord Cid ¿qué pasó con los padres de ella? ¿Es huérfana?

Lord Cid la observó seriamente.

––Las aves más bellas suelen estar enjauladas…––Le tendió la mano como queriendo pasar la hoja de ese tema–– Mientras esperamos ¿Quieres bailar?

Verum no había bailado desde hace mucho tiempo, en los burdeles solía hacerlo, pero sus bailes rozaban más la exhibición y la vulgaridad que uno de la alta clase, aunque contra todo pronóstico tenía intención de hacerlo, era aquella una propuesta interesante.

Lord Cid dio una orden y los músicos empezaron a tocar un valse que lentamente empezó a envolver el lugar, Diligitis y Jen se sentaron en una de las mesas del salón mientras esperaban a que la sobrina de Lord Cid les dijera que todo estaba listo para que Verum diera el mensaje a toda la tierra de Edén.

Verum tomó las manos de Lord Cid, ella tenía un poco de vergüenza ya que hacía bastante que no bailaba y temía pisarlo por error. Ella trataba de recordar sus lecciones de baile, aquellas clases que le habían dado sus tutoras en el reino de las hadas y que, por gracia de los dioses, si había prestado atención y se había enfocado de pleno en aquello con genuino interés, aunque para su sorpresa, los bailes habían cambiado bastante. Los músicos empezaron a tocar un valse bastante suave y hasta romántico, el violín empezaba levemente a cantar con un poco de llanto, subían y bajaban su voz y los instrumentos se mezclaban suavemente. Las notas que lloraba el violín se esparcían cual gotas de lluvia por todo el salón y manchaban los oídos de ambos con bastante tranquilidad, la música era algo que a Verum siempre le había gustado y nunca, aun en sus peores momentos, había dejado de escuchar aquellas notas que empapaban a su alma y daban una pequeña luz de tranquilidad a su espíritu. Danzaba con cierta torpeza a comparación de Lord Cid y Diligitis pensó que quizá le vendrían bien algunas clases de baile para poder pulir mejor sus movimientos. Sabía que muchas conversaciones importantes las tendría en los salones de baile si es que quería hablar con las duquesas o Lord, ya que los bailes siempre eran muy importantes en la nobleza.

––Discúlpeme, hace ya mucho que no había bailado estos tipos de bailes.

Lord Cid la tomó con suavidad en su cintura y la paseó con elegancia por todo el salón.

––¿Y se puede saber qué tipo de bailes ha estado haciendo un hada de tan finos y bellos rasgos?

El violín seguía llorando y cantando con bastante pasión y pavoneaba su canto.

––No sabes siquiera con quien estás bailando.

––No… en eso estoy de acuerdo ––La miró fijamente mientras le daba una vuelta con cierta picardía y la volvía a tomar por el mentón––. Eso es lo que te hace más interesante. Me da… curiosidad.

––La verdad puede que sea más aburrida que la ficción.

Los cabellos de Verum danzaban sobre sus hombros, las sirvientas le habían acomodado sus cabellos y los habían domado con un moño que la hacía ver más elegante.

––¿Cuántas fiestas y bailes se han organizado en esta mansión?

––Ni uno solo, sabes que no me gusta estar mucho con los altos mandos, es decir, los Lord, duques y las princesas. Pero tu caso es diferente–– Sentía las manos de Verum, todo su cuerpo era cálido y suave, nunca había tocado a una mujer como ella––, he oído hablar sobre una leyenda, una tan antigua como la guerra misma, tu misma me las contado, pero… …

La sobrina de Lord Cid se paró al pie de las escaleras del segundo piso e irrumpió el baile para comentarles que todo ya estaba listo, lo había estado preparando desde la mañana y era solo cuestión de encender todo lo que ella había montado en su habitación para llevar a cabo lo planificado por Verum. La música se detuvo y ambos subieron los escalones hasta la segunda planta, aquella mansión era bella y los cuadros del arte abstracto llamaban la atención de Verum, le gustaba de cierta forma la manera en la que los artistas plasmaban aquellos sentimientos en los lienzos y dejaban ver su talento. Lord Cid la guio sutilmente mientras que su sobrina entró lo más rápido que pudo a su habitación, se veía muy emocionada y era quizá porque los gustos de ella se inclinaban a la tecnología. Entraron en la habitación y Verum pareció gustarle, era de un color rosa, había una pequeña mesa a un lado en donde había peluches que emulaban a personas tomando el té, la cama estaba en el centro y en una de las paredes había una computadora bastante moderna que llamaba la atención. Laili estaba a gusto y se lanzó en la cama, rebotando junto con algunos peluches que tenía en la misma.

––Le agradezco bastante el hecho de que me haya ayudado Lord Cid. Supongo que fue un golpe de suerte.

––Yo no creo en la suerte. Creo en el éxito, la suerte es para los mediocres, yo nunca fui mediocre.

––Una respuesta bastante interesante.

Laili se sentó con las piernas abiertas, su vestido caía suavemente por su cuerpo y la envolvía en un aura de ternura. Se levantó nuevamente de un salto y se fue a la computadora, la energía que tenía era prácticamente inagotable. Verum observó que ella estaba descalza, aunque no le tomó bastante importancia. Ella se sentó en frente del monitor y empezó a teclear velozmente, abrió un programa y ahí se podía ver un cuarto adornado con una buena iluminación y con una silla bastante elegante en el centro de la misma.

––Lo que estás viendo en el monitor es la sala del cuarto que está al lado del nuestro, ahí es en donde vas a dar el discurso, yo estaré vigilando desde este lado que todo esté en orden.

––¿Estás seguro de que ella pueda hacerlo?

––Verum, no hay creo yo que haya nadie más capaz que Laili––Se le acercó un poco–– Le hicimos un test de inteligencia a la edad de siete años y las pruebas arrojaron que ella es un genio, la probabilidad que nazca alguien como ella es de una en un millón, es menos que un uno por ciento. Descuida, todo va a salir bien.

––Verum, déjalo en mis manos.

Verum le dedicó una sonrisa, le acarició las orejas mientras que sus orejas reaccionaban a su caricia y procedió entonces a salir de la sala para entrar en la que le habían comentado. Una sirvienta atrajo la total atención de ella, llevaba un parche en el ojo derecho y eso la despistó unos cuantos momentos, la sirvienta se adentró al cuarto de Laili, llevaba un cepillo y parecía estar bastante feliz. Verum volvió a sus pensamientos más recurrentes, tenía que pensar bien el discurso que ella iba a dar a toda la nación de Edén ya que necesitaba empezar a ganarse a la población sin necesidad de usar a la corte de los pecados, ella no podía usarlas como un sencillo juguete y sabía que el abusar de su poder ilusorio solo la llevaría a su tumba, por lo que dependía totalmente de su capacidad para persuadir a las personas para lograr su objetivo. Al entrar en la sala pudo sentir unos fuertes golpes en su pecho, su corazón latía rápidamente y empezaba a sentir una emoción, el mensaje anterior no había podido darlo ya que estaba muy débil, por eso tenía que hacer las cosas bien y recordar las clases de retórica y teatro que había tomado, aunque aún había en ella un poco de nerviosismo el cual podía sentir en lo más profundo de su ser.

Se sentó en aquella silla, cruzando las piernas de una manera un poco seductora, su figura era esbelta y procuró mirar fijamente a la cámara.

––Cuando estés lista, vamos a comenzar la transmición.

Verum dio un leve respiro, trató de despejar su mente y tras unos cuantos segundos de silencio, ella le dio la orden a Lord Cid y este encendió la cámara, luego llamó a Laili y ella entendió que era la señal para empezar la transmisión.

Laili cortó con todas las trasmisiones, series y películas que se estaban presentando en ese momento, incluso la de los edificios. Hubo estática por un tiempo y las personas que estaban caminando o simplemente observando la televisión se quedaron impacientes, ya habían visto algo similar con el mensaje de las princesas, pero, este quizá fuera distinto, incluso las emisoras de radio de Edén empezaron a sintonizar lo que estaba pasando.

La cámara se encendió y proyectó la imagen de Verum por todo el lugar. Todos guardaron silencio.

––Ciudadanos y ciudadanas de la nación de Edén; me es un placer anunciar que están todos convocados a estar mañana a las doce del mediodía en la ciudadela, ya que se va a dar un discurso–– Cruzó su brazo izquierdo por debajo de sus pechos y los alzó seductoramente––. Espero que no falten.

La transmisión finalizó.

Lord Cid se había imaginado otro tipo de mensaje, quizá uno más largo, no llegaba a esperar que fuera una llamada para convocar a todas las personas y principalmente ahora, no sabía si esas mismas personas llegarían, aunque había buenos motivos. La ciudad era patrullada día y noche por los soldados que Verum tenía bajo su control y nunca habían dañado a los ciudadanos por lo que ellos quizá, intrigados por el mensaje que se daría… llegarían.

––¿Estás segura de que tu plan va a funcionar?

––Creo que tiene una muy alta posibilidad de funcionar. Esté tranquilo Lord Cid, déjelo en mis manos…

Aquella mañana el frio era un poco más dominante de lo usual, el sol no llegaba a colarse por las ventanas, pero, de todas formas, el cantar de las aves resonaba de árbol en árbol, de copa en copa. La fragancia de las flores empezaba a asomarse por todo el lugar y era hasta agradable, quizá algunas hadas se sentarían a regodearse en la belleza de las mismas y en su adictivo olor.

Tera pudo abrir los ojos, estaba un poco confusa y la mente le daba mil vueltas, no recordaba mucho de lo que le había pasado, solo podía recordar cosas muy vagas, la caída y la huida, pero de ello solo recordaba eso, habían huido, no recordaba de qué, pero si sabía eso. Observó el fino mármol que se extendía por todo el techo y escuchaba a las máquinas trabajar, los marcapasos sonaban con un compás amigable y extendían ante su mente una canción que unía aquellas melodías sueltas. Levantó su brazo izquierdo, se sentía un poco adolorida, su cola se movía en derredor a su cuerpo; por lo menos era un alivio sentirla en movimiento, sus orejas se movían ante los sonidos. Trató de erguirse con sus manos y quizá observar mejor su entorno… empezó a recordar a Calai ¿estaría bien? No sabía que le había pasado, más bien, ella creía que iban a morir en aquel lugar, fue quizá un golpe de "suerte" que salieran vivas.

––No te recomiendo levantarte tan de golpe corazón.

Tera observó que alguien estaba sentado en la ventana, se bajó de un brinco y la vista borrosa de Tera se fue aclarando suavemente hasta desenmascarar a la joven que le había hablado.

––Tu cuerpo aún está muy débil–– Su voz era dulce y suave, con una cierta forma amistosa que arrastraban sus labios.

La mirada de Tera se pudo aclarar y la observó mejor, tenía un cabello naranja, con una parte de este mismo cubriéndole el ojo izquierdo, su cabello estaba adornado por flores blancas y azules que desprendían un suave aroma. Sus ojos eran amarillos y sus vestiduras eran blancas, de un bello lino, era un vestido entero que era sujetado por la cintura gracias a la ayuda de un lazo rosado, sus bellas alas se extendían por su espalda y se asomaban por sus hombros, sobrepasándolos levemente.

––Me llamo Elga, es un placer conocerte cariño.

––Yo… yo soy Tera.

Tera observó a su derecha y pudo ver a Calai… la escena la dejó helada. Tenía los ojos vendados, estaba recibiendo oxigeno por un respirador artificial, tenía partes de su cuerpo vendadas y tenía agujas en varias partes del mismo, tubos que la rodeaban y llevaban agua a lo que ella podía entender. Elga observó a Calai y luego le devolvió una mirada a Tera.

––Logramos salvar a tu amiga, vivirá si es lo que te preguntas, pero le tomará bastante el volver a caminar, si es que llega a hacerlo. Las hadas enfermeras piensan que en dos meces con mucha suerte volverá a abrir los ojos, pero hay cosas que no pudieron ser salvadas.

––¿A qué te refieres?

––Ella tuvo quemaduras internas y su útero por una razón que escapa a mi entendimiento tuvo daños, las quemaduras en ese lugar la dejaron estéril, su útero es prácticamente incapaz de albergar vida. Ella en un futuro no podrá concebir, aunque lo positivo es que vivirá para contarlo.

––¿Por qué le pasó eso?

Elga se sentó en la cama de Tera, se puso al lado de ella y le tomó la mano que llevaba el marcapasos.

––No sabemos que les pasó, pero ella… usó magia y creo que en mis trecientos años de vida será la primera vez que vea a una humana usar magia y vivir para contarlo, aunque de que sea humana–– Dio una leve risa apara sí misma y la observó con un poco de cinismo––, eso lo tengo en duda. Para tu suerte dulzura–– Se levantó y empezó a caminar por toda la sala––, solo te hirieron levemente, estarás como nueva en dos meses, pero tu amiga… digamos que estamos haciendo todo lo que podemos, pero, no sé si mantenerla viva sea lo mejor. Ella está sufriendo mucho, diría que sería quizá piadoso el matarla. Yo lo hubiera hecho… en el mismo instante en que la trajeron, pero la reina Melisande la quiere viva hasta donde se pueda.

Elga se retiró de la sala, con el sonido de sus pasos alejándose y dejando solo una estela de palabras que Tera si pudo captar.

––Mañana vendré a verlas nuevamente.

Mientras ella salía por el marco de la puerta, otras hadas llegaron, eran tres, todas ellas vestidas de enfermeras con sus blancos uniformes, sus alas resaltaban de su cuerpo y sus cabellos relucían ante la pálida luz del día. Dos de ellas pasaron de lejos y fueron directamente a la cama en donde estaba Calai, empezaron a hacerle chequeos, revisaban su cuerpo, quitaron sus gazas e inspeccionaron meticulosamente su anatomía.

––I, iftrae edarins extros.

––Kliushtaer raejtil doe naru.

Una de ellas se acercó a Tera.

––Holish teru dil

Tera no comprendía lo que ella le estaba diciendo, el hada le pasaba observando sus heridas, pero todo lo que decía no llegaba a comprenderlo.

––Whiltur daerne dil

Ella se irguió nuevamente, le dolía el pecho y le costaba moverse, aún estaba débil y necesitaría bastante tiempo para lograrlo.

––No entiendo.

Una de las hadas se acercó.

––Perdonar, nosotras no hablamos lengua. Pocas saberlo.

––Una de ustedes me visitó y la hablaba perfectamente.

––Elga saber muchas lenguas, yo aprender, pero no soy buena, no hablar fluido su idioma.

Le retiró sus gazas y Tera pudo ver por encima de su pecho, tenía una herida suturada que le pasaba por todo el torso, aunque ella pudo ver que sus pezones rosas estaban intactos, aunque su areola derecha si llevaba un leve rasguño suturado. El hada empezó a tocarle la herida y Tera sintió dolor, se hizo levemente hacia atrás ya que sintió una leve punzada que la golpeó súbitamente.

––¿Doler mucho?

––Un poco.

––La corta ser profunda, pero sanará. Yo prometer eso. Ahora ocupo que niña se ponga de pie.

––¿De pie?

––Si, necesitas baño. Llevas dos semanas en coma

El hada ayudó a Tera a ponerse en pie, le costaba y sus pies resbalaron un poco, de ella no haber estado Tera se hubiera caído y quizá hubieran tenido que llamar a las enfermeras para ayudarla.

––Yo tenía un collar, es muy importante para mí ¿Dónde está?

––Tu collar, eso estar en un lugar seguro, no tienes que tener preocupación. Ahora es importante caminar.

Tera se aferraba con fuerza, el dar un paso le era bastante cansado y le dolía su pecho con forme avanzaba, no habían salido siquiera de la sala en la que se encontraban y a lo que Tera podía ver se extendía un pasillo lejano que recorría una distancia que no comprendía, era algo que ella desconocía, solo se había dañado el pecho ¿por qué habría de costarle caminar? Pese a todo, ella sentía que su cuerpo estaba débil, algo raro ya que ella tenía un cuerpo resistente que había moldeado trabajando la tierra para plantar las flores que ella solía vender. Dio más pasos, eran leves pero cada uno era muy complicado, a su derecha podía ver unas ventanas sin vidrio que mostraban un pequeño jardín en el cual había un gran árbol que tenía flores extrañas, flores que ella nunca había visto y que desconocía completamente, observó hacia atrás y contempló nuevamente a Calai, no podía creerlo, su mente misma se reusaba a pensar que todo aquello estaba ocurriendo, el verla en un estado casi vegetal era… muy cruel pero, la vida siempre es cruel y solo los más fuertes se adaptan y viven, quizá Calai no era apta para ese mundo y quizá Elga tenía razón ya que Tera no sabía el futuro de su amiga ¿Y si quedaba lisiada, ciega o con alguna complicación? De quedar en un estado vegetal ¿sería piadoso matarla y no verla sufrir y luchar por su vida? ¿Sería ella capaz de ver como muere su amiga en frente de sus ojos? ¿qué haría en una situación así? Quizá lloraría y correría, nunca fue de las que le gustaba ver muertes y recordaba lo duro que fue ver a su padre en aquel ataúd de madera, con sus ojos color plata y su piel cadavérica, sin responder ante el llanto de su hija que clamaba por su nombre.

––Mi amiga–– El hada la observó––. ¿Se pondrá bien?

––Difícil saberlo. Ella está mal, su cuerpo muy débil. Me sorprende que ella pudiera estar viva aún, pero, no puedo asegurar mucho, ella puede morir, estar débil.

Siguieron su camino, pasando lentamente por el pasillo, pero a Tera se le hacía muy difícil el seguir avanzando, su cuerpo aún estaba muy débil, por lo que el hada tuvo que pedirle a una de sus compañeras que le trajera una silla de ruedas para ella, no quería sobre esforzar el cuerpo de su paciente de más, quizá en unos días ella empezaría a caminar con más frecuencia y eventualmente podría volver a andar, aunque todo aquello era un proceso que conllevaba un periodo de tiempo y esa misma cantidad de tiempo era estipulada por el cuerpo de Tera.

La llevó hasta la sala en donde se encontraba el baño. Los pasillos alargados eran muy silenciosos y eso generaba en Tera un sentimiento bastante relajante y más fue el baño. Las hadas la desnudaron lentamente y cuidaron de que ella no se esforzara, ellas lavaron cada parte de su cuerpo con suma delicadeza, como tomar a una mariposa y evitar dañarle las alas. El jabón rozaba su piel y su pelaje, cuidaba de impregnarla con su aroma, el agua resbalaba por sus pechos, se abría paso por su pezón y cual cascada caía por su vientre hasta hacerse camino hacia el piso.

––¿Doler?

––No, esto se siente bastante bien.

––Mañana deberás intentar caminar un poco. Poder intentar hasta la primera ventana. Eso ya ser progreso.

––Eso voy a intentarlo. Gracias por ayudarnos, creo que sin su ayuda… Calai no estaría viva, aunque esté en esa condición… es gracias a ustedes que ella tiene la oportunidad de luchar aún por su vida.

––No hay problema.

Quizá Tera llegaba a tener dudas de su futuro, pero, aun así… aquél amargo despertar quizá no había sido tan amargo, quizá había un poco de dulzor en todo aquello y una leve esperanza, ella quería que Calai despertara de aquél coma y que todo… volviera a ser como era normalmente.

Nota del autor: Faernes, lamentablemente y debido a las bajas visitas que tuvo se va a cancelar, agradezco de corazón a todas las personas que leyeron la primer saga UwU, LOS QUIERO CON TODO MI CORAZÓN.

También aprovecho en disculparme con ustedes, por no dar la talla como escritor, lo ultimo que haré es terminar de subir lo que tenía ya hecho de esta segunda saga que son solo como 6 capítulos

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