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Esposa Sustituta del Rey de la Mafia R18

[ADVERTENCIA: CONTENIDO MADURO EXPLÍCITO] Dahlia pensó que se casaría con el hombre de sus sueños cuando tomó el lugar de su hermana gemela en un matrimonio político. Después de pasar una noche apasionada con su esposo, se despierta y descubre que él no era quien ella creía. En lugar de casarse con el prometido de su gemela, quien era su primer amor prohibido, terminó casándose con Bradon, el hombre conocido como el Rey de la Mafia del mundo subterráneo. Con su hermana huida después de fugarse con su amante y con la estabilidad económica del país en juego, Dahlia no tiene otra opción que continuar desempeñando el papel de la esposa complaciente de Bradon. Poco sabe ella que ser la esposa del Rey de la Mafia sería tan física y emocionalmente exigente. Estar casada con el frío, calculador y dominante Rey de la Mafia cambia la vida de Dahlia para siempre, ya que sus seductoras caricias doman su cuerpo y encienden su alma. Con cada beso y caricia, él le enseña placeres como nunca antes había conocido y le muestra una forma de escapar de su oscuro pasado. Rechazada por la sociedad y sus padres desde la infancia por ser siempre la segunda después de su hermana gemela, la vida de Dahlia nunca había sido fácil. Sin nadie que la apoyara, Dahlia estaba acostumbrada a defenderse por sí misma, pero ¿y si su única manera de sobrevivir esta vez es encontrar la clave para desbloquear el corazón frío de su esposo?

Realfantasies · Urbain
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Fuego y Hielo

Se inclinó sobre mí mientras mi cuerpo entero se tensaba en pánico. Bradon me lanzó una mirada fría antes de alcanzar el cinturón de seguridad y abrocharlo. Inmediatamente intenté desabrochar el cinturón otra vez y fue entonces cuando el coche arrancó repentinamente hacia adelante. Mi boca se abrió de par en par cuando me di cuenta de que acababa de pasar un semáforo en rojo.

—¿Acaba de... pasar un semáforo en rojo?

—Acabo de pasar un semáforo en rojo para mantenerte en tu asiento. No tienes que parecer tan sorprendida; no he matado a nadie... todavía... —dijo sin mirarme.