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Me recosté contra su torso duro y musculoso mientras dejaba que mis instintos naturales tomaran el control. Cada empuje de sus dedos me acercaba más y más a mi próximo clímax. Olvidé todo de lo que quería hablarle, como si ya no importara. En ese momento, me sentía suficientemente satisfecha de estar en sus brazos y ser complacida por él.
Deseaba que me guiara hacia mi clímax con desesperación, pero no quería ven de sus dedos. Su pene se sentía tan duro y caliente, y cada vez que movía mis caderas, podía sentirlo rozando contra mí. Valientemente, estiré la mano detrás de mí y envolví mis dedos alrededor de la gruesa circunferencia de su masivo miembro. Bradon gimió mientras comenzaba a frotar su pene de arriba abajo.
—Es tan duro... y tan grande... —murmuré con admiración mientras seguía moldeando mi mano alrededor de su impresionante longitud y grosor.
—¿Quieres sentirlo dentro de ti? —preguntó él bromeando.
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