—¿Qué demonios— Penélope alzó la cabeza y miró a Ariana que la sujetaba del cabello. Sus ojos se abrieron como platos en cuanto se encontraron con la mirada de Ariana. Al principio, hubo un shock antes de que fuera consumido por una rabia rugiente.
Ella miró a Ariana con furia y le espetó con dureza, —¿Y qué crees que estás haciendo? ¡Suéltame... suéltame! ¡O si no mis padres se enterarán de esto! ¡No creas que puedes hacer lo que te dé la gana!
—Has perdido—ay admítelo
—Cállate —gruñó Ariana, nunca había gruñido pero en ese momento, no le importaba nada. Su voz era lo suficientemente dura como para hacer que Penélope se quedara en silencio, con la boca formando una O.
Aunque fue arrastrada por el cabello, la mujer no habló por un rato.
Probablemente fue debido al hecho de que nadie le había hablado en ese tono antes. ¿Cómo se atreve alguien? Después de todo, ella era la preciada hija de los Ashford.
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