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Todo sigue igual pero...

Sus manos exploraban cada rincón de mi cuerpo, perdidas entre las telas de mi ropa, mientras su excitación se evidenciaba en su pantalón de pijama. Aunque pensé que deseaba esta intimidad esta noche, me di cuenta de que no sentía esa conexión especial, ni siquiera una chispa de deseo.

A medida que intentaba besarme, me di cuenta de que mis labios estaban secos y sin vida, incapaces de corresponder a su afecto. A pesar de querer estar bien con él, me resultaba imposible responder a sus avances. Recordé que era mi esposo, que me amaba profundamente, y traté de convencerme de que también quería este momento íntimo. Sin embargo, al final, mientras él me hacía el amor, me invadía un vacío emocional, incapaz de sentir nada en respuesta.

Y así transcurrió la noche entre nosotros, tras el momento de intimidad compartida. Después de sus palabras de satisfacción y mi respuesta fingida de placer, el acto llegó a su fin. Con un beso de despedida, cada uno se giró en la cama para sumergirse en el sueño.

Nuestra vida matrimonial ha sido excepcional. Cada día a su lado es como una aventura mágica, me siento libre como un pájaro y mi mundo se vuelve una fantasía al verlo. Sin embargo, una pregunta persiste en mi mente: ¿lo amo? No sé qué siento exactamente por él. Aunque es el ser más puro, el que más amor me ha dado y quien más me ha apoyado, algo ha cambiado en mí últimamente. Me preocupa, porque nada ha cambiado en él; me sigue amando con la misma intensidad, incluso creo que más.

Llega la mañana y al despertar lo encuentro a mi lado. Contemplo su rostro hermoso y angelical que siempre me ha cautivado. Un pensamiento intrusivo atraviesa mi mente: darle un beso en la frente y esperar que siga durmiendo. Una amplia sonrisa se dibuja en mi rostro; me siento feliz. Lo observo en nuestra cama, con su pecho desnudo subiendo y bajando con cada respiración. En ese momento, siento que lo tengo todo. Me siento afortunada de tener a un hombre como él como esposo. Solo en ese instante, en ese momento perfecto.

— ¿Te vas a trabajar ya, mi amor? —pregunta con somnolencia mientras se frota los ojos y trata de abrirlos poco a poco.

— Primero necesito organizarme; acabo de despertar y no es tan tarde como pensé.

— Le sonrío mientras acomodo la cobija para abrigarme un poco más, observando su cabello ligeramente despeinado, con sus característicos rizos revueltos. —¿Cómo dormiste, cariño? — Me dirijo a él con calma, esperando que me diga que descansó bien.

— Me siento como si un ángel estuviera velando mis sueños. — Me guiña el ojo. — Vamos, cariño, es hora de levantarse. Tengo algunos trabajos que revisar antes de empezar el día al cien por cien — Dice mientras me besa la frente y aparta la cobija de ambos.

Me levanto de la cama y estiro cada parte de mi cuerpo. Al dirigirme hacia la ducha, observo a mi esposo concentrado en su proyecto de mecatrónica, sin ropa, pero con sus lentes puestos, revisando cada cálculo hecho la noche anterior. No puedo evitar admirar su dedicación y perfección en todo lo que hace. Es un gran hombre.

— Vas hermosa como siempre, es increíble verte ir solo al trabajo con esa hermosa presencia que irradias. Incluso podrías inscribirte en una pasarela y arrasar, mi querida esposa — Dice mientras deja de lado su desayuno y se acerca a mí, agarrándome de la cintura para plantarme un beso en los labios, inocente pero lleno de amor. Sus ojos brillan, y yo le abrazo con fuerza.

— No, tú eres el mejor. Mucha suerte para ti también. ¡Hablamos luego, corazón! — Le devuelvo el beso con uno más corto y rápidamente tomo mi bolso para salir hacia el trabajo.

Solía trabajar en una empresa muy famosa del país y tenía un cargo importante como ingeniera. Aunque podía hacer mi trabajo desde casa perfectamente, me gustaba salir al trabajo y disfrutar del ambiente de la oficina. A veces, estar sola en casa era agradable, pero la casa era demasiado grande para trabajar sola allí. Prefería pasar algunos días en la oficina, escuchando el ruido tolerable de todos mis colegas.

— ¡Buenos días! Bonnie, un invitado muy importante para el proyecto que estamos realizando te está esperando en tu oficina, ve. — En cuanto llego, es lo primero que llego a escuchar, quién me habló fue uno de los ingenieros principiantes que se encuentran en prácticas en la empresa.

Al llegar, me quedé atónita al ver quién estaba sentado en la sala de espera. Mis ojos se abrieron como platos y mi boca se quedó entreabierta. La felicidad me invadió.