—Cuando llegues te trataré como a mi sirvienta, no como a mi pareja —le advirtió—. Pero debes saber que no he podido respirar desde que te fuiste. Será la alegría de mi corazón tener mis ojos en ti. Cuando todo esto termine, te tomaré, Suhle. Para siempre.
—Espero el día, Lerrin. Esta guerra, este conflicto... me aflige.
Él no le dijo que a él también le afligía, aún más ya que se encontraba en medio de los Líderes del Puño y se veía obligado a organizar un ejército que no quería enviar a la Ciudad del Árbol, y aún así, todavía no había descubierto cómo contenerse.
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