La energía del meteorito extraterrestre quizás no sea muy fuerte, pero hasta una hormiga es carne después de todo.
El factor clave era que la energía que contenía no era ordinaria. Era como si estuviera llena de fuegos o envuelta por lava rodante.
Ren Feifan tuvo la intuición de que esta piedra abriría una nueva puerta para él.
¡Así que debía ganarla!
El Anciano Ye y Ye Qingcheng notaron la ardiente determinación en los ojos de Ren Feifan.
—¿Quieres este meteorito? ¿Por qué siento que tienes una cosa por las rocas? —preguntó Ye Qingcheng.
—No solo lo quiero. ¡Tengo que tenerlo! —los ojos de Ren Feifan se estrecharon, brillando con un destello esquivo.
Ye Qingcheng se sorprendió, nunca esperando que esa piedra pudiera significar tanto para Ren Feifan. Intercambió una mirada con el Anciano Ye y luego asintió. Ye Qingcheng levantó su letrero de oferta: "¡12 millones!"
—¡15 millones!
—¡18 millones!
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