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No me iré. Me quedaré

Me quedo por amor, si me lo permiten

Koha abrazaba mi cuerpo llorando, junto a mi alma silenciosa que se estaba yendo de mi cuerpo.

- Conseguimos lo que queríamos. Tengo lo que busco de Jaime. – dice mi alma

- ¿Y que pasara? - pregunta la dama del cabello rosado semi corto.-

- Puede descansar en paz. Y Tú eres un demonio, pero ya no puedes ir allá, debes ir al otro lado. – y señalo el cielo.

- ¿El cielo?

- Jaime, mismo lo dijo. Eres un ángel. No eres un demonio. Debes ir allá.

- Pero, no, no quiero. No quiero irme de su lado. – Explayó ella; su rostro comenzó a lanzar lagrimas de tinte amarillo. Eran unas lágrimas que no podían doblegarse, que eran de Jaime. Y el alma de éste, comenzó a sentir una vibración, desde un rayo de sol que se abría paso.

- ¿Qué esto? – Comento intrigada el alma – Es como una paz - Confiesa. -

- Es mi petición, si es que estás de acuerdo. Amo a Jaime, y mi elección es rechazar la oferta. Es tu petición; tampoco quieres irte de su lado.

Tú quieres estar con Jaime, y vivir lo que no pudieron.

El rayo iba produciendo una energía tal que ilumino a los tres. En ese efecto una esfera, vino hacia Koha ingresando en su cuerpo en parte y extendiéndose al alma de Jaime. Su alma estaba tan placentera, que ese momento fue crucial. Ambas ingresaron a sus respectivos cuerpos en partes pues no podían dejar de admirarse, la una con la otra. Y la luz se fue desvaneciendo de a poco, y lentamente. El cielo puede esperar. Ellos me han dado el permiso, para que juntos transitemos la vida como debe ser.

- Tenía la oportunidad de ser un ángel, pero soy humana, y puedo empezar

nuevamente. Soy Koha, y a mi lado se encuentra la persona que amo Jaime. Las lágrimas se fueron callando. El alma de ambos estaba en su lugar, y el viento soplaba en direcciones opuestas, levantando el polen de un nuevo inicio.