Transcurrió una hora, y casi era hora de que Arlan partiera hacia el Gran Palacio. Alex, que había enviado a Kerry a recoger noticias sobre Oriana, esperó con nerviosismo alguna noticia positiva.
Kerry regresó, su expresión delatando las sombrías nuevas que traía.
—¿Qué sucede? —preguntó Alex apresuradamente.
Kerry, sacudiendo la cabeza en decepción, respondió en un tono apagado:
—Su Alteza está despierta. Sin embargo, en lugar de prepararse para la boda, fue a la habitación del abuelo a preparar medicinas para él. Los sirvientes todavía están esperando, y no hay ninguna indicación de que Su Alteza tenga la intención de prepararse para la boda.
Rafal, que había mantenido el silencio hasta entonces, finalmente habló con desagrado:
—¿Acaso nadie le recuerda que debe alistarse?
—Lady Ana y el mayordomo lo intentaron, pero sus palabras cayeron en oídos sordos. Ella no responde a nada de lo que se le dice —explicó Kerry.
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