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Emmelyn realmente no podía creer lo que veían sus ojos.
Ha pasado...
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que vio a Maxim? El hombre había cambiado bastante en los 18 meses que no lo vio.
Había ganado un poco de peso y se veía más musculoso que antes. Su rostro ya no tenía esa sonrisa juguetona que siempre adornaba su cara. Ahora el hombre se veía mucho más serio de lo que ella recordaba.
Todavía era tan guapo como la última vez. Eso no había cambiado ni un poco.
Maxim seguía siendo el hombre más apuesto que Emmelyn había visto jamás. Sus ojos eran de un plateado brillante y su corto cabello desordenado parecía arena, o como él lo llamaría, el color de la ceniza.
Su nariz, labios y mandíbula parecían perfectamente esculpidos por un artista talentoso. En opinión de Emmelyn, era incluso más hermoso que Gewen.
Sin embargo, su distancia y su presencia imponente lo hacían parecer inalcanzable, a diferencia de Gewen, que era cálido y un dulce conversador.
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