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El Pilar de la Niebla (Kiri No Hashira)

Kimetsu no Yaiba Demon Slayer

Kamishdoll · Anime et bandes dessinées
Pas assez d’évaluations
5 Chs

Entrenamiento

Temprano en la mañana, mientras los rayos del sol que apenas se filtraban entre los árboles de glicina, formando una hermosa vista entre sus ramas llenas de hojas y flores violeta claro, se encontraba un pequeño niño de 12 años, con largo cabello negro y amplio flequillo, y las puntas de su cabello color menta, a juego con sus ojos. Estaba sentado a mitad del campo de entrenamiento tratando de concentrarse.

El niño (Muichiro), trataba de meditar qué tipo de entrenamiento tendría que hacer, para poder participar en la selección final, dentro de 4 meses.

"¿Cómo debería empezar?".

Después de darle vueltas y vueltas a sus recuerdos del entrenamiento de los pilares, se dio cuenta que no podría realizarlo en estos momentos, ya que no tiene la fuerza necesaria para ello.

"Pero qué tonto soy, se supone que yo tengo un talento inato, además de una fuerza y habilidad física superior que rivaliza con cualquier demonio".

Recordó que hace unos meses, el se enfrentó a un demonio y logró dominar lo, pese a su edad y falta de entrenamiento.

'Ya veo, pues empezaré yendo a la cima de una montaña y cortaré un árbol, ya que es un ambiente sin mucho aire, me esforzaré mientras trato de regular mi respiración y no sofocarme. Después, bajaré la leña corriendo de ida y vuelta para generar resistencia'.

"¡Si! empecemos con eso".

Muichiro, salió disparado con una hacha amarrada a su espalda en dirección a la montaña más cercana a la mansión donde se encontraba.

Al principio corrió con mucha energía, desviados del camino, ya que quería tener obstáculos para mejorar su equilibrio, pero a mitad de su trayecto, comenzó a cansarse, ya que estuvo postrado varios meses.

"No puedo rendirme tan fácilmente".

Gritó dándose ánimos y comenzó a regular su respiración mientras seguía ascendiendo por el terreno irregular.

Al principio no sabía cómo hacerlo, pero unos minutos después, Muichiro ya podía respirar a un ritmo no tranquilo pero estable, a diferencia de las bocanadas erráticas del principio.

Le tomó una hora llegar a la cima, agotado y con ganas de descansar, ya que entre más subía, más le costaba mantener la respiración mientras corría y saltaba de un lado a otro. El solo desamarro su hacha y comenzó a buscar un árbol grande y grueso.

"Tengo que cortarlo sin mucho esfuerzo".

Recordando la sensación del demonio que mató, su cuerpo era duro, no tanto como la madera, pero él era débil. Los demonios más fuertes son muy resistentes y para poder derrotarlos hay que tener mucha fuerza en los brazos. Además de saber asestar un golpe preciso en cualquier momento.

Muichiro decidió que cada golpe que diera con el hacha, tenía que tener toda su fuerza imprimida y lograr tirar árboles cada vez con el menor número de hachazos y que estos le costarán menos esfuerzo. O bueno, ese era el plan inicial, ya que no tenía ese impulso de la irá y pese a tratar de regular su respiración, por ser la primera vez que lo hacía, logró mantenerla por casi todo el trayecto, pero al final se sentía exhausto.

" … ¡Este! … ".

Eligió un pino de unos 30 metros, de entre todos los pinos y cedros que había en el área, ya que este en especial se parecía a los que su padre, un leñador de toda la vida, le costaba talar.

Y así, después de unos minutos de visualizar la forma en que su padre talaba los árboles y tratando de recordar cómo su cuerpo accedió a esa monstruosa fuerza en su ataque de irá, comenzó su entrenamiento.

Los primeros golpes no logró conectarlos bien y el hacha solo rebotó en el árbol, provocando que sus manos recibieran el contragolpe. Esto no lo desanimó, ya que sabía que no era fácil copiar a su padre.

En la cima de esa silenciosa montaña, se podían escuchar jadeos del cansado Muichiro y de vez en cuando un golpe con el hacha.

Ya había pasado media hora y ya había logrado talar este árbol. Creía que le tomaría más tiempo, pero como un genio, su cuerpo iba aprendiendo qué hacer con cada golpe. Cada vez que fallaba, su cuerpo naturalmente acomodaba su postura y su respiración empezaba a calmarse sola.

Sabía que las respiraciones daban un aumento de poder, resistencia, agilidad, velocidad entre otras cosas, para poder enfrentarse a los demonios, él olvidó que una vez que tu cuerpo pierde la tensión de la respiración, tu cuerpo recibe un rebote por la sobrecarga.

Este entrenamiento era para evitar eso, poder generar resistencia y así lograr mejorar su ritmo de respiración y en un futuro, mantenerla durante a cada momento.

Pero él mantuvo su respiración durante casi hora y media, donde subió la montaña y cortó el árbol. Creyó que ya lo había logrado y perdió su concentración. Causando que de un momento a otro, sus latidos y respiración se volvieran locos, y jadeara por más aire en un sitio donde no tenía mucho.

Tardó unos 10 minutos en estabilizarse, pero él cansancio que acompaña el uso de las respiraciones lo atacó, dejándolo indefenso. Su cuerpo le gritaba que se detuviera, pero Muichiro sabía que si quería sobrevivir en este peligroso mundo, tenía que seguir entrenando.

Así que ni bien se recupero, volvio a concentrarse en su respiración y empezó a cortar el árbol en troncos de diferentes tamaños.

Tardó varias horas pero no se detenía, aún después de que sus manos sangraban, los brazos le temblaban de debilidad y dolor no quiso detenerse. Su cuerpo y ropa estaba lleno de sudor, sus piernas ya no querían seguir de pie, su estómago rugía de hambre y sentía que cada músculo de su cuerpo ardía, el no se detuvo.

Su cuerpo estaba en modo automático, ya que su concentración cada vez iba en aumento y el se fue desconectando, ya que mientras los minutos pasaban, solo podía sentir que se sumergía en una extraña sensación. 

A cada golpe que daba, poco a poco sabía cómo darlo mejor. Sentía que si usaba el hacha con más fuerza, en un ángulo distinto o colocaba su cuerpo de manera diferente, mejoraría.

Esa mejora casi no se notaria a simple vista, pero si vas juntando todas esas mejoras desde que comenzó hace unas horas, se daría cuenta que aún con el cuerpo casi hecho papilla  seguí imprimiendo poderosos golpes, más refinados y contundentes que cuando había empezado.

Además, así como sus movimientos, su respiración se mantuvo y también fue mejorando en su resistencia. Era obvio que no se podía comparar en nada a un Demon Slayer que pasa la Selección Final, quienes ya tenían al menos 1 año de entrenamiento, pero si pudiese mantener este ritmo, tal vez en unos meses los supere.

Cuando terminó de cortar los troncos, regresó en sí, sin interrumpir la respiración, se sentía eufórico y feliz, pero sabía que aunque él quisiera seguir, no era bueno para su cuerpo, que ya hacía tiempo que había sobrepasado sus límites. Y de nada servía que se siguiera hasta incapacitarse.

Así que agarró los troncos más pequeños, amarrandolos juntos para serle más fácil cargarlos. El hacha la mantuvo en sus manos y se dispuso a bajar tambaleante la montaña, en dirección a la residencia de Kagaya-san.