Liang Fei había estado sentado a un lado, comiendo su propia comida y dejando que Gallo y el hombre alto y delgado fanfarronearan hasta el cielo sin parecer escuchar nada.
Ahora, al oír la escandalosa demanda de Gallo de un millón en efectivo, en un intento de estafar a Gordito, Liang Fei no pudo evitar sonreír interiormente.
Había estado preocupado de que Gordito no pudiera resistir la tentación y realmente cayera en la trampa. Pero al ver la mirada secreta que Gordito le lanzó y esa expresión traviesa, ¡Liang Fei ya sabía que este gordo claramente había tomado en serio su advertencia anterior y seguía el método que le había enseñado!
Para entonces, Gordito ya había decidido que Gallo y el hombre delgado eran un par de estafadores y había decidido castigarlos adecuadamente. Sin embargo, para no levantar sospechas, aún fingió estar muy indeciso en la superficie.
—¿Qué, no estás dispuesto? Bueno, en ese caso, no hay necesidad de que hablemos de negocios ya —dijo Gallo con desdén.
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