webnovel

No soy un ángel.

Mi nombre es Angela, cerca de un apelativo para referirse que soy angelical pero no lo soy, me desnudo por placer y me voy cuando este se acaba, no me quedo con nadie y nadie se queda conmigo, todos nos utilizamos para nuestro placer mutuo pero luego de eso no queda más, no hay nada más allá del éxtasis del momento en que están entre mis piernas y no está tan mal, yo hago lo mismo con ellos.

Ha pasado una semana desde la última vez que lo vi, no soy alguien que se preocupe por las personas que conoce a menos que las aprecie mucho pero este tipo no sale de mi cabeza, me consume todo el maldito cerebro sus hermosos ojos y ese es un problema, eso no debería estar sucediendo, yo no puedo obsesionarme con este chico a este punto, no es para nada sano.

Paso el trapo por una de las mesas con fuerza y frustración, no debo pensar en él en absoluto y sin embargo, ahora mismo lo estoy haciendo asi que me frustro, quizá sea como dice Camilo, me lo tiro y me quito esta sensación del pecho, así de fácil.

Siento como si alguien me mirara, así que me giro hacia la puerta del restaurante y me doy cuenta que es el mismo grupo de hace una semana, esta el chico de ojos color miel y mi respiración se corta por un segundo, ahora falta una de la chicas, mas específicamente la morena pero se acercan, y se sientan en una de las mesas vacías.

Danilo se apresura a atenderlos mientras yo sigo limpiando las mesas, dándoles la espalda a propósito pero aun siento que alguien me mira, los vellos de mi nuca están erizados y mis manos empiezan a temblar, mi cuerpo no me responde adecuadamente y eso me hace sentir impotente. Me dirijo a la zona de la cocina con rapidez mientras paso mis manos sudadas de los nervios en mi pantalón.

— Otra vez estas roja— me dice la cocinera, pasándome una botella de agua fría— Estabas asi el dia que vino ese grupo y de chicos, y tu situación actual es igual porque están aquí.

— No es eso— miento y Natalia me regala una sonrisa— He estado bebiendo mucho estos días.

— Vas a morir de cirrosis si sigues con esos hábitos dañinos— me regaña volviendo a lo suyo.

Yo salgo de la cocina y voy al baño a buscar un trapeador, necesito distraerme urgentemente.

En lo que entro al baño, una figura alta entra a mi respaldo y cierra la puerta, me giro y me encuentro con una ojos color miel que hacen que mis piernas me tiemblan, nos quedamos mirándonos un par de segundos en el pequeño baño, hace calor de repente.

— Hola— saludó él, apoyando su espalda contra la puerta cerrada— Pensé que si volvía, tendría la oportunidad de preguntar por tu nombre pero nos atendió alguien diferente.

— Yo estaba haciendo otra cosa— me excuso con voz temblorosa, señalando el trapero a mi lado.

— Bueno, dadas las circunstancias— dice él, meneando la cabeza suavemente y ese simple movimiento me emboba— ¿Podrías decirme tu nombre?

— Angela— le respondo y veo una sonrisa asomarse por su rostro, dejándome ver a media el hoyuelo en su mejilla derecha, haciéndome flaquear— ¿Y el tuyo?

— Hector— responde él, cruzando los brazos sobre su pecho— Tienes un lindo nombre, angelical.

— No soy angelical— le digo y la sonrisa en su rostro se ensancha, haciendo que las manos me tiemblan el doble y sienta mariposas en el estómago.

— El rimel en tu rostro en esa noche me lo dijo— recuerda él, cambiando el peso de su cuerpo de un lado al otro— Las chicas buenas no están tarde en la calle.

— No lo soy, no soy buena— le digo, porque las buenas personas no hacen lo que yo hago.

— No me interesa que no seas buena— dice él, luego se pone recto y se gira hacia la puerta para abrirla— Ya tengo la información que buscaba, adios.

— ¿Tu volveras?— le pregunto, casi suplicando que vuelva y él se vuelve a girar hacia mi.

— Claro, mi interés por la chica que bebe tequila a las tres de la mañana y huele a frutilla sigue en aumento— dice él y yo me sorprendo, acaba de decirme que le intereso y eso me hace sentir un cosquilleo por todo el cuerpo— Quizá, la próxima que nos veamos no sea solo para comer tacos.

Él me da una última sonrisa y luego se va, agarro fuerte el palo del trapeador mientras siento como las piernas me quieren flaquear, todo aire y miro hacia el techo, esto no deberia ser asi pero lo que él me hace sentir con su sola mirada me hace sentir débil, me hace tener ideas de que lo quiero volver a ver, cada vez más y eso me asusta pero emociona.

 ***

Salgo del restaurante casi corriendo hacia la universidad, donde estudio es bastante cerca pero me quede demasiado embobada por lo que paso con Hector que se me pasó el tiempo y ahora estaba corriendo rapidamente, chocando con algunas personas con las que no me disculpaba porque no me alcanzaba el tiempo, pero llego a tiempo al salón de clases.

Estudió artes pero más en específico Cinematografía, siempre pensé que terminaría estudiando leyes por mi padre pero cuando se divorciaron, mi mamá me permitió estudiar lo que yo quisiera y eso era cinematografía, así que me emocionaba la mayoría de clases.

Al yo estudiar de noche, no nos daban mucho tiempo para descansar y las clases eran consecutivas, para ya casi las diez y media de la noche, se acaban las clases y yo recojo todo, me pongo la mochila en el hombro y me dispongo a salir, cuando una chica como de mi edad (la mayoría son adultos mayores) se me acerca.

— Hay una fiesta con los de la jornada diurna— me explica ella, supongo que quiere que la acompañe— Deberíamos ir.

— No creo que pueda— me excuso, ella ha sido muy amable y lo más cercano que tengo a una amiga aquí pero no me agrada la idea de ir, nunca he ido a algo así— Además es tarde.

— No seas aburrida— dice ella jalando mi brazo y yo sonrió— Puede que veas a algún chico guapo, ademas iran los de literatura y según vi, estan como quieren.

— Me siento manipulada —me quejo pero dejo que empuje mi cuerpo a donde sea que tengamos que ir.

Es en una casa, la zona es muy recurrida para bares y hay mucha gente, demasiada para el pobre lugar, pagamos nuestro cover por el licor y posibles daños y nos adentramos, la música retumba en mis oídos y busco la cocina, porque quiero emborracharme.

Al llegar, me hago espacio entre las personas que hablan y agarró una botella sin destapar de ron, es de buena calidad y cuando estoy a punto de irme a buscar a la que me trajo a todo esto, golpeo mi frente con un pecho fuerte, subo mis ojos y me encuentro con Hector, el corazon me empieza a latir con fuerza y me quedo estática.

 — ¿Cómo es que estás tú aquí?— se pregunta él y yo me quedo mirandolo como una idiota— A ver, dime.

— Yo estudio cinematografía— apenas puedo hablar y él sonríe— ¿Y tú?

— Literatura— me responde haciéndose a un lado, apoyando sus caderas contra la mesa y cruzando sus brazos sobre su pecho, lleva una camisa que deja ver gran parte de sus clavículas llenas de lunares y se ve malditamente bien— Supongo que con esto sabemos que estudiamos en la misma universidad.

— Es lo más lógico— contesta él y luego mira la botella en mis manos— Te ayudo con eso.

Agarra la botella en mis manos y luego la abre, me quita el vaso en mi mano y sirve el ron, aunque primero bebe él y el movimiento de su garganta mientras traga me hipnotiza totalmente, cualquier cosa que él haga tiene el poder de hipnotizarme, luego sirve nuevamente y me pasa el vaso; muy torpemente tomó el vaso con mis manos y bebo.

— Supongo que estudias de noche— asume él y yo asiento con la cabeza— En ese caso, ya tengo más maneras de verte.

— ¿Por qué tanto interés en mi?— cuestiono y él solo se encoge de hombros.

— ¿Por qué no podría interesarme en ti?— responde con otra pregunta y yo quedo muda— Eres interesante y bastante hermosa.

— Oh— es lo único que puedo decir y él solo sonríe ante mi respuesta.

— Tus gestos también son cautivadores— sigue explicando, directo y eso me hace sentir más atraída hacía sus respuesta— Por algún motivo no puedo parar de mirarte y se que a ti te pasa lo mismo conmigo.

— Ya que es evidente la situación— digo yo, armandome de valentía— ¿Qué deberíamos hacer al respecto?

— ¿Por qué no disfrutar de lo que está pasando ahora?— dice él con simpleza, arrebatando el vaso en mis manos y sirviendo más para beber un trago y devolverme el vaso— ¿Para qué apresurar todo si puedo disfrutar de la hermosa vista que me ofreces?

— ¿Cuanto más vas a disfrutar de esto?— le cuestiono.

— ¿Por qué tienes tanta prisa?— preguntó él y luego acercó su cara a mi oreja— Dejame disfrutar de charlar contigo, no hay prisa de nada— susurra y siento como un escalofrío recorre toda mi espalda— Un paso a la vez.

— ¿Y cuándo será el otro paso?—

— Te puedo asegurar que va a ser cuando no estemos bebiendo— responde él y yo bebo un poco— Necesito de tu consentimiento y quiero que estés atenta.

Él acerca su cabeza a mi mejilla y me da un breve beso allí, haciendo que mi sistema nervioso colapse en un santiamén, lo miro y él solo me sonríe, el hoyuelo en su mejilla se muestra de manera descarada y yo solo jadeo.

— Disfruta de la fiesta— susurra él cerca a mi oído, su aliento acariciaba mi cuello y puedo sentir como los vellos en mi nuca se erizaron, provocando que mueva un poco mi cara a un lado— Disfrutemos de nuestra compañía mutua y de este delicioso aroma de frutilla que desprende tu cuello— y se aleja.

Me quedo mirando unos minutos mientras bebo de nuevo ron, el trago calienta mi estómago mientras siento mis mejillas calentarse de igual forma. había estado un montón de veces con muchas personas pero ahora mismo, todas las sensaciones se borraron de mi en el momento en que él beso mi mejilla y me habló al oído, estas simples acciones hicieron que una sensación fría recorriera mi cuerpo, más allá de las que llegue a sentir bajo el cuerpo de cualquiera que pudiera darme placer, él simplemente me acerco y provocó un caos completo en mi, tenia el presentimiento que él sentia que lo hacia y le encantaba.

Estuve toda la noche hablando con él y fue mejor que cualquier otra noche que tuve en mi vida, no hubo contacto físico pero lo conocí, eso se sentía mejor que cualquier toque vacío.

Creo que me voy a joder a este paso, si sigo cerca de él pero incluso si me alejo, lo voy a tener merodiando por mi mente como si fuera el dueño de todo lo que toca y eso me atemoriza, me atemoriza muchísimo. Él está incrustado en mi de una manera curiosa y poco sana, no lo conozco bien pero no puedo sacarlo de mi mente, no puedo hacerlo por más que lo desee.