En el piso 27 de la Torre Galaxy, arriba, en la azotea.
Era un día ventoso. A pesar de que el sol seguíaarriba, todavía hacía frío allí. El viento frío hacía que los dobladillos de las camisas se agitaran y el silbido en los oídos sólo hacía que el lugar pareciera aún más tranquilo.
A Qi Lei le gustaban los lugares altos como éste, ya que podía sentirse más cerca del cielo y la libertad. Todo a sus pies parecía tan pequeño. Entonces, sentía que no era tan diminuto como pensaba. Al menos, allí mismo, todavía podía contemplar toda la ciudad e incluso el mundo.
Hace algún tiempo, Yang Sheng le preguntó si se sentía solo. En realidad, no se sentía realmente solo porque no quería usar la soledad como una excusa para darse un capricho. En general, se sentía cansado.
Una persona contenta nunca se sentiría sola. Incluso si hubiera tal caso, sería sólo un pequeño condimento en la vida.
Qi Lei siempre había esperado poder convertirse en alguien así.
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